Luces sobre el totalitarismo
                            
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Hay nitidez en los abusos. Excelentes contrastes de las últimas perversiones. Luces que alumbran, con exactitud, la compacta geografía de un pueblo a merced del garrote y otras armas que inoculan el miedo hasta convertirlo en una enfermedad crónica.

Gracias a esas fluorescencias se confirma que Cuba continua siendo la misma dictadura de siempre. No son necesarios accesorios para adentrarse en el país considerado la segunda cárcel de periodistas con un total de 24 comunicadores condenados a largas penas en juicios carentes de mínimas garantías procesales.

El Comité para las Protección de los Periodistas (CPJ), desde Nueva York, pone nuevamente al descubierto las historias que riñen con el discurso oficial tan dado a construir mundos ajenos a la hipocresía y a doctrinas excluyentes.
         
No hay discusión, a partir de este ejercicio luminotécnico, de que la libertad de expresión sigue en la lista de las asignaturas pendientes. Queda probada la negativa de los gobernantes de la isla a permitir el libre intercambio de ideas. Es real y a todo color, el universo de prohibiciones y leyes que censuran la diversidad conceptual en cualquier ámbito del saber.
      
El informe anual vertido por la referida organización pone una luz cenital sobre los más notorios violadores de la libertad de prensa del orbe.
       
A través del escrutinio llevado a cabo regularmente por la entidad, salta a la vista el curso represivo del régimen de La Habana contra las personas que se atreven a reportar de manera independiente. Solo China logra desplazar a Cuba en el récord de hechos en detrimento de éste derecho universal.
       
Como para mantener la visibilidad sobre los acontecimientos que denotan las grietas de una revolución determinada a no soltar los amarres del totalitarismo, llegan los reflectores de Human Rigths Watch (HRW), una organización que monitorea la situación de los derechos humanos en el mundo.
        
La opinión referente a Cuba es demoledora. Entre los señalamientos resalta la confirmación de ser “el único país de América Latina donde reprimen casi todas las formas de disensión política”. Además se certifica que “el gobierno impone el conformismo político a través de procesos penales, detenciones con penas de corto y largo plazo, hostigamiento de personas por medio de turbas, advertencias policiales, vigilancia, arrestos domiciliarios”, entre otras prácticas de presión con el ánimo de coartar cualquier intento de oposición a las normas establecidas por el partido comunista.
       
Un análisis frío de la realidad ofrece muy bajas expectativas en torno a un cambio sustancial de formas y contenido en la manera de gobernar. ¿Será necesario un funeral para ver otro tipo de socialismo?  ¿Habrá voluntad para ir desmontando un sistema inoperante y altamente represivo con un Fidel retirado del poder, por enfermedad, pero todavía con suficiente capacidad de influencia?
        
Un repaso por el interinato de Raúl en la presidencia del país insta a disolver las esperanzas en las aguas de la incertidumbre. Tras casi dos años podría decirse que el influjo de Fidel ha sido y es determinante. Entonces. ¿Quién gobierna en Cuba?
        
A tono con el estilo, salvo algunos detalles retóricos y concesiones pueriles, el que dice la última palabra es Fidel.
         
No se aprecian reales intenciones para comenzar los cambios hacia una sociedad con tan siquiera los rudimentos de una democracia.
          
Es por eso que no se puede prescindir de las luminarias. Esas que han desplegado recientemente el CPJ y HRW. Alumbrar la arbitrariedad. Iluminar las agonías de las víctimas. Encender las llamas de la solidaridad.
          
Desde mi humilde trinchera trato de lanzar una chispa cada semana para contribuir a que ninguna arbitrariedad quede bajo el reino de las sombras.
          
No sé si lo consigo, pero al menos no me quedo con los brazos cruzados.