Crónica           IMPRIMIR
12 de febrero de 2008

Dos más uno suman uno  

José Hugo Fernández 

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Tan pavoroso resulta el panorama que nuestro peripatético rey ha legado a su segunda dinastía, que hay momentos -afortunadamente no duran ni minutos- en los que uno cae en la debilidad humana de sentir lástima por los herederos. 

 Dentro de tal panorama sobresale  el disparate de la doble moneda, otro de los inventos con que el rey intentó demostrar que la matemática no es una ciencia exacta, o al menos no lo es comparada con su propia ciencia, la del rey. Dos más uno, es decir, dos monedas más un problema, el de la falta de moneda, no suman tres, como creyó Pitágoras, suman uno, que es único y supremo origen de este problema y de todos: el rey.  

 Imponiendo su lunático arbitrio, fue el rey quien dispuso enrojecer el dólar sobre nuestros predios convirtiéndolo en una postalita que, según su lunático arbitrio, valdría mucho más que el dólar. Detrás vinieron aplaudiendo los bufones de la economía cortesana y todo quedó hecho para que el dinero dejara de valer, aunque sólo para nosotros los pobres. Ojos que no ven, corazón que no siente, concluyó el rey desde su ciencia exacta.

 Hoy aquella postalita, por cada una de cuyas unidades (que nada valen) tenemos que pagar los cubanos 24 unidades de nuestro dinero, es finalmente objeto de rechazo manifiesto y masivo. Además, se ha convertido en trampa mortal para los herederos del rey: o se declaran incapaces de solucionar el problema, sin duda insoluble para ellos, o se inmolan con un remedo de solución que a la larga sólo conseguirá agravar las cosas y precipitar el fin.

Para colmo de su mala pata  esta vez no podrán, como tantas otras veces hicieron, silenciar el asunto ni echarle la culpa al bloqueo. Cientos de miles, probablemente millones suman los cubanos, incluidos no pocos entre sus partidarios, que al hablar en asambleas populares han reclamado con fuerza la eliminación de la doble moneda.  

También trascendió al nivel internacional la demanda de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR), que recientemente entregara a la Asamblea Nacional del Poder Popular  10.738 firmas (más de las 10.000 requeridas por la Constitución), recogidas entre los pobladores de la Isla que exigen lo elemental para una sociedad organizada, o sea, que un trabajador pueda costear en el mercado nacional, con el dinero que cobra como salario, los productos y servicios de sus primeras necesidades.

De momento, la respuesta del régimen para esta organización no enseña la más mínima voluntad de cambio en sus procedimientos: detenciones, amenazas, confiscaciones. En tanto, la gente de a pie, luego de exorcizarse en alta voz contra el demonio de la postalita roja, permanece en suspenso, comentando entretelones su temor de que el previsible remedio de los herederos  termine resultando peor que la enfermedad.

 En fin, más de lo mismo. Como en la pelota, lo menos apto para cardíacos ocurrirá otra vez hacia el final de juego.

 

 
 
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