Crónica           IMPRIMIR
11 de febrero de 2008

Malas amistades

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Durante el régimen de Fidel Castro Cuba ha tenido muy malas amistades. La historia lo ha demostrado así. No voy a referirme a los dictadores Saddan Hussein, condenado a muerte por sus crímenes, ni Manuel Antonio Noriega, condenado a 40 años por cargos de tráfico de drogas, crimen organizado, doble agente de la CIA y de los servicios secretos cubanos, sino al rumano Nicolae Ceaucescu, líder comunista desde 1965 y secretario general del partido y presidente del consejo de estado de su país, hasta el derrocamiento del comunismo en el este europeo, en 1989.

El 10 de mayo de 1972  recibe Nicolae Ceaucescu a Fidel Castro en el aeropuerto de Bucarest y condecora al líder cubano con la Orden Estrella de la República de Primera Clase.

 El 31 de agosto del siguiente año Ceaucescu visita Cuba acompañado de una nutrida delegación. En su recorrido por la isla, acompañado por Fidel Castro, el jefe de la dictadura de Rumania ofreció un discurso a los trabajadores de la fábrica de cemento Mercerón, en Santiago de Cuba e impuso además la Orden Estrella de la República al presidente Dr. Osvaldo Dorticós Torrado. El régimen castrista, en reciprocidad, condecora al dictador rumano con la Orden José Martí, un galardón que han recibido muchos comunistas en la isla.

Pero, quién fue Nicolae Ceaucescu ¿Merecía realmente llevar sobre su pecho una medalla con el nombre de nuestro Apóstol?

Recientemente, en el lujosísimo palacio de Ceaucescu, un informe realizado por la comisión presidencial para el Estudio de la Dictadura Comunista de Rumania arrojó la cifra de dos millones de víctimas durante sus cuatro décadas de gobierno, reconoció además el papel de la resistencia, citando nombres como Dan Petrescu y Paul Goma y dio lectura a los nombres de las víctimas más destacadas. Citaron como ejemplo los crímenes ocurridos entre 1961 y 1965, cuando en la ciudad de Pitesti cientos de jóvenes rumanos fueron obligados a delatarse y torturarse unos a otros, “para destruir así - según la fuente consultada- cualquier lealtad que no fuera al Estado¨.

No faltó, como dato curioso, el nombre de Corneliu Vadim Tudor, escritor y poeta oficial de Nicolae y su esposa, por sus loas a la dictadura comunista.

El final de Ceaucescu y Elena, también miembro del politburó, pudiera sorprender a cualquiera, tratándose de un país con veinte millones de habitantes ,cuatro de los cuales portaban el carné del partido comunista y sobre todo, con una policía política incrustada en todos los niveles de la sociedad.

El 22 de diciembre de 1989, cuando el matrimonio Ceaucescu intentaba huir de Bucarest, fueron capturados en medio de una gran revuelta popular en su contra, llevados a juicio y ejecutados tres días después, por los mismos hombres que siempre los habían apoyado.

 

 
 
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