Crónica           IMPRIMIR
11 de febrero de 2008

Mejora, pero no tanto

Aleaga Pesant

BAYAMO, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – Una familia decidió pasar sus vacaciones de verano en el oriente de la isla. El padre se dirigió al punto de venta de pasajes, en el municipio Playa. Luego de hacer la fila, se acercó a la ventanilla y solicitó cuatro pasajes para Holguín.

-Usted sólo puede comprar tres –le respondieron.

Transportarse por el país no es ya un grave problema.  La empresa ASTRO (Asociación de Transporte por Ómnibus) del Ministerio de transporte, es la encargada de dar ese servicio. Para eso pone a disposición del público más de doscientos salidas diarias a los diferentes municipios del país. A lo anterior se suman las partidas desde ciudades como Santiago de Cuba, Santa Clara o Canagüey. Esto se debe a la entrada en servicio de 800 nuevos autobuses en los últimos tres años. Además, como parte de una inversión  millonaria, se repararon las terminales interprovinciales operadas por la empresa, se prepararon más de  400 nuevos chóferes para conducir los autobuses, se enviaron técnicos e ingenieros a cursos de instrucción y preparación, algunos en La Habana, otros en China. 

Parecerían los pasos necesarios para mejorar la transportación de personas a través de la isla.

Sin embargo, la corrupción enraizada desde principios de los años noventa del siglo pasado en el sistema de transporte nacional, junto a medidas ejecutivas que limitan la libertad de decisión de chóferes y empleados, la ausencia de estímulos y salarios dignos al personal, enrarecen el sistema de transporte.

El interés de movilidad de parte de los cubanos, unido a la insuficiente organización, provoca una escasez a veces real, otras inducidas, que salta los astronómicos precios de los pasajes o las barreras establecidas para evitar la emigración a la capital. Un pasaje Habana-Santiago de Cuba, cuesta 166 pesos, más de la mitad de un salario mensual promedio.   

En la Terminal Central se puede tomar el primer autobús sin necesidad de reservación previa, si se dispone de 10 ó 20 pesos convertibles (CUC) adicionales para “premiar” al intermediario.  Más barato sale el viaje en la Terminal de lista de espera La Coubre, cerca del puerto. Allí el boleto por la izquierda cuesta la mitad de lo previsto en la Central.  También los precios varían en dos tramos fundamentales: hasta Ciego de Ávila cuesta 5 CUC lo que de Camagüey hacia el este costará 10.

En la capital, el negocio fundamental es con el buquenque o el funcionario, debido a que al viajero le es muy difícil tener acceso a los chóferes.  Mientras, en las terminales provinciales o municipales el “bisne” es directamente con el guagüero, que dispone, según la necesidad y apariencia del viajante, cuánto pagará por el recorrido.  En esas circunstancias y para tener asientos disponibles para el mercado negro, los guagüeros prefieren no declarar los asientos vacíos en las paradas intermedias.

Según un entendido en la materia, el deficiente diseño de organización de la institución, es el responsable de la corrupción, la incapacidad de explotar eficazmente el parque automotor y de no dar respuestas efectivas al cliente.  Sólo con 288 carros, o sea, la tercera parte de la cantidad actual, la empresa podría garantizar una columna central de transportación nacional, al unir las ciudades de la Habana y Santiago de Cuba con salidas cada media hora de ambas cabeceras.

El ingeniero expuso con claridad cómo la organización del transporte privado antes de 1959 aún es válida para los objetivos de trasladar pasajeros y pequeña  mensajería a lo largo y ancho del país. Pero sobre todo, para evitar la corrupción que invade al sistema. 

 

 
 
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