Crónica           IMPRIMIR
11 de febrero de 2008

Teorías “abelianas”

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) -  Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba, habla en una clave que no entiendo. Subraya la nula importancia de que en los últimos años decenas de artistas hayan optado por fijar residencia permanente en otras geografías donde no aparezca la palabra revolución y mucho menos el término socialismo.


Llama a la calma cuando surgen campanazos que avisen sobre los pormenores de un derrumbe lento, pero no menos dramático, de la cultura nacional.

Las continuas deserciones y el discurso hiper-crítico de los escapados contra la élite cultural que evita una reforma a fondo para el mejoramiento de las condiciones en el sector, revelan una crisis que sobrepasa el ámbito de las artes.

El sistema colapsa gradualmente ante la tibieza de los funcionarios que sólo acuden a vendas retóricas cuando se precisa de una extirpación de las ridículas prohibiciones y de una burocracia que marca el compás de la ineficiencia y encadena el talento a la ideología del poder.

Por eso la necesidad de probar suerte en otros escenarios donde no existan policías disfrazados de Robin Hood e informantes en calidad de actores de reparto. La delación, las más inimaginables trampas surgidas del favoritismo y la corrupción, la espera agónica por el permiso de salida de la Oficina de Inmigración que tiene todo el derecho para decidir quién sale del país y quien no, son partes indivisibles de un concierto de realidades que sirven de acicate para elaborar la idea de la deserción.

Abel Prieto, apostado tras su cargo ministerial intenta una maniobra que salve la cara del régimen. A golpe de galimatías y endebles subterfugios teóricos hilvana una cortina que finalmente no logra tapar las faltas. Es demasiado el perímetro a cubrir con tan poca materia prima. ¿Tomaron la decisión equivocada el famoso presentador Carlos Otero y la actriz Susana Pérez?  No lo creo.

Hasta hoy son los últimos artistas que han optado por seguir sus carreras fuera de su país natal, pero las cifras continuarán en ascenso. El ministro de Cultura ha afirmado que los artistas que abandonan el país, “son emigrantes económicos, personas que están buscando condiciones materiales de vida algo superiores, y por lo general se anulan artísticamente”. Así dijo hace unos días a la prensa internacional acreditada en Cuba.

No es menos cierto que una de las motivaciones de las partidas radica en el deseo de encontrar la manera de procurarse mayores incentivos materiales. Sin embargo, este fin no es suficiente para denigrar a todos los artistas que aprovechan la oportunidad de un viaje al exterior para quedarse. ¿Por qué vivir esclavizados a salarios que no corresponden a un meritorio récord laboral, ni a las bondades del talento?  ¿Qué justifica que un bailarín, un actor, un músico o un pintor deban esperar por la indulgencia de Inmigración para obtener el permiso que le permita llegar a tiempo a Londres o Madrid para cumplir con un contrato de trabajo?

Realmente es penoso que un personaje de ese rango ofrezca unas argumentaciones tan sesgadas y carentes de una mínima cobertura para el convencimiento.

Aunque no crea ni en una milésima de cuanto dice, hay una realidad que condiciona su proyección. Es un alto dirigente de un gobierno que siempre observó a la cultura como un apéndice de poder y no como un espacio de libre esparcimiento del espíritu. Es un simple portavoz de la nomenclatura. Una pieza dentro del diseño totalitario.

No va a haber sorpresas. El desfile rumbo a cualquier lugar de este mundo cuenta con cientos de potenciales desertores en espera del momento oportuno. Mientras tanto se siguen perfeccionando en el ejercicio de la doble moral para no despertar sospechas.


Viaje, pasaporte y tarjeta blanca (permiso de salida). No hace falta más. Es lo justo para empezar a coquetear con la libertad. Después, como me asegura un percusionista parafraseando una canción del cantautor catalán Joan Manuel Serrat, “se hace camino al andar”.

Con sus tumbadoras prefiere otros escenarios. Está harto de regulaciones y ausencia de perspectivas. Decenas de amistades del ámbito artístico me han manifestado el mismo anhelo.

Ellos y yo discrepamos de las teorías “abelianas”. Estas no resisten el peso de las circunstancias. Aparecen suspendidas con alfileres encima del basurero de la historia.


De acuerdo al ministro, según reportaron las agencias de prensa extranjera, la palabra deserción ni siquiera parece útil para hablar de la decisión que toman los artistas.


¡Qué raro! Ese fue el vocablo que le adjudicaron a Carlos Otero al conocer su  petición de asilo en los Estados Unidos. Incluso amigos del medio televisivo me dijeron que le organizaron al “desertor” un acto de repudio en ausencia.

De esto hace apenas unas semanas. ¿Será posible entender a Abel?

 

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http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/cultura_ministro_cubano_resta_importancia_2230767.htm


http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cultura/noticias/abel-prieto-resta-importancia-a-la-fuga-de-artistas/(gnews)/1202295240

 

 

 
 
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