¿Tendrá Trimiño la razón?
Félix Reyes Gutiérrez , Cubanacán Press
RANCHUELO, febrero (www.cubanet.org) - Leer la prensa cubana, para mantenerse “informado” es algo engorroso. Los trabajos periodísticos casi siempre tienen corte político. No obstante, no son pocos los que la siguen para mantenerse “actualizados”.
Resulta que la edición del día 13 de diciembre de 2004 del periódico “Trabajadores”, publicó en su página tres un artículo titulado: “Hereda la tierra quien la trabaja”; sin embargo, ello parece no cumplirse siempre.
Según Juan Antonio Jiménez Morejón, de 67 años, residente en la vivienda # 185 del kilómetro 2 de la Carretera a Ranchuelo, Barriada “La Yuca”, por espacio de 12 años trabajó en solitario en diferentes plantaciones en 25 cordeles de tierra, propiedad de la señora María Cabrera. Hecho que corroboran sus vecinos Bello González, Olga Resino y los hermanos Roberto y Antonio Simeón, entre otros.
Tras el fallecimiento de María en febrero del año 2003, el área ubicada en la Cooperativa de Créditos y Servicios “Marcelo Salado”, en las proximidades del poblado “La Esperanza”, esa tierra ha sido reclamada por Jiménez Morejón, pero las autoridades gubernamentales le plantean que no tiene derecho.
Señaló Jiménez Morejón que a inicios de 2004 fue citado para la oficina de Registro de la Tierra (ORT) del municipio Ranchuelo, por continuar laborando en los 25 cordeles de tierra. En ese local, Bernardo López, director de la mencionada entidad, le expresó que tenía que marcharse del lugar porque el área reclamada no era de su posesión.
El funcionario argumentó que el derecho a la tierra correspondía exclusivamente a Cándida Cabrera, por ser la hermana de María y no a él, pues no tenía parentesco alguno con la fallecida. No obstante, Juan Antonio le contestó que presentaría una demanda al Consejo de Estado, basándose en los más de cinco años que trabajó la tierra, como estipula la ley.
A finales del citado año la máxima entidad estatal respondió al protestante que había un mal procedimiento y tratara el asunto con los directivos en la Delegación Provincial del Ministerio de la Agricultura en Villa Clara; pero en el encuentro, éstos lo remitieron a la oficina de atención a la población, en la ciudad de Santa Clara.
En el recinto, la funcionaria Saida Breña Acevedo le dijo a Jiménez Morejón que gestionara el litigio por vía jurídica y este nombró como abogado a Juan Carlos González. El letrado le cobró 125 pesos por el contrato y tras unas semanas le comunicó que se había fallado en su contra.
De igual modo el afectado fue citado por el jefe del sector de la policía de su zona, nombrado Alexis, y directivos de la Organización Nacional de Inspección Agropecuaria (ONIA); quienes le exigieron el cierre del proceso de reclamación.
Cuando Juan Antonio mostró a Pedro Hernández Trimiño, jefe de la ONIA el artículo del periódico Trabajadores de diciembre de 2004, este le expresó: “No todo lo que dice el periódico se puede creer, ciudadano” y enseguida se le impuso una multa de 250 pesos.
En febrero de 2007, mientras trabajaba en los 0.07 caballerías de tierra, fue visitado en su hogar por dos inspectores: Trimiño y otro de apellido Sarduy, y le impusieron una multa de mil pesos, que Juan Antonio se negó a pagar.
Durante el mes de julio del pasado año, Mayelín Sánchez Pascual, asesora jurídica de la ORT, mostró a Jiménez Morejón un manuscrito donde se plasmaba, que la única heredera de la tierra era la señora Cándida, hermana de la occisa; pero el campesino le replicó: “Continuaré mi demanda para que se cumpla la ley y no la herencia”.
Días después Yunior Frómeta Muñoz, nieto de la beneficiada, entregó al oficial Julio González en la unidad de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), ubicada en la calle Monteagudo del poblado La Esperanza, un documento de la ORT contra Jiménez Morejón.
Juan Antonio, que recibe una pensión de 122 pesos, al ver que demanda justicia a diferentes instancias y las autoridades gubernamentales continúan dando la razón a Cándida, quien recibe remesas de su hijo Balbino Muñoz, residente en los Estados Unidos de América, se siente afligido y a diario se pregunta: ¿Tendrá Trimiño la razón?
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