Crónica           IMPRIMIR
7 de febrero de 2008

¿Mario o María?

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Acaba de concluir en La Habana el IV Congreso  de Educación, Orientación y Terapia Sexual.

Importantes temas se abordaron en la cita, sobre todo los referidos a la prevención de infecciones de transmisión sexual y el VIH, violencia intrafamiliar, violencia de género y la inclusión en la sociedad de las personas transexuales, tema muy controvertido y que exige una investigación profunda.

Cuba pudiera ser el país de ascendencia latina que más enraizado mantuvo en los últimos tiempos, la cota que supone el límite entre población sexualmente definida y los comportamientos de procedencia dudosa, como suele llamarse a los artículos trasegados en el mercado clandestino.

En todos los campos del espectro social, a las rarezas le acompaña una reacción intrínseca. Con este mismo empeño de aceptar en la sociedad a los transexuales, debiera también efectuarse concilios y darle voz a otras rarezas menos oscuras, que demandan todos los días un sitio en la necesaria paridad de Cuba.

Cada día es más frecuente el número de personas que renuncian a su naturaleza primigenia y estos debates del Congreso pudieran contribuir a un serio trabajo informativo y a una mayor comprensión en la sociedad de los transexuales.

El machismo en Cuba no ha desaparecido. La vieja frase: Guajacones pa’ la orilla, aún se escucha todos los días. Una historia divertida en Jaimanitas se refiere a un personaje llamado Ñico, que parqueaba todas las noches su almendrón del año 54 junto a un grupo de hombres con autos y motos, dedicados a cazar mujeres fáciles, que proporcionaban placer a cambio de unos pesos.

Una noche Ñico fue víctima de una confusión. Apurado por irse delante del grupo y anotarse otra mujer más en su ya extensa lista, se abalanzó sobre la primera que apareció aquella noche en el parque. Luego de una rápida proposición de pasar un buen rato, le cayó a besos en la boca delante de todos y partió con María, que en realidad era Mario muy maquillado y vestido con prendas femeninas.

Contó Mario después, cuando lo trajeron del hospital molido a palos y lleno de suturas que ella fue clara, clarísima y no lo engañó en ningún momento.

-En cuanto subí al auto se lo dije, que yo era transexual… y no le importó. Aquello pareció excitarlo más. Y cuando íbamos a eso y tocó lo que había se enfureció y por poco me mata con un palo.

Ñico pasó un año sin salir a la calle. Perdió su matrimonio. Su reputación de machote cayó al piso. Los pocos amigos que aún lo visitan cuentan la historia entre abucheos y risas. Ñico, quién le había pasado el cepillo a casi todas las mujeres de Jaimanitas terminó apuntando y banqueando al mismo tiempo.

-¡Pero Ñico! –se burlan sus amigos-, ¡Mario dice que habló claro contigo. Desde el primer momento te confesó que era transexual!

-Yo entendí otra cosa –dice Ñico desplomado en su angustia.

Conteniendo las risas, los amigos preguntan: ¿Qué entendiste?
Ñico baja la cabeza abochornado.

-Entendí que decía que era un tren sexual.

 

 
 
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