Crónica           IMPRIMIR
6 de febrero de 2008

Por un simple pasaporte

Amarilis C. Rey, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – Para cualquier ciudadano en el mundo, realizar trámites de viaje, obtener un pasaporte, visitar otros países y regresar al suyo es, aparte de un derecho, un suceso normal de la vida.

En Cuba no es posible ejercer ese derecho. Y mucho menos si el ciudadano trabaja en un comercio del Grupo TDR (tiendas recaudadoras de divisas), perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Jorge Alvarado Manzano ocupó durante varios años el puesto de encargado del punto de venda del kiosko “El regalo”, anexo a la tienda TRD La casa Sánchez, situada en el municipio Arroyo Naranjo, Ciudad de La Habana.

“Me siento excluido del mundo” –dice este hombre de 41 años, casado y con dos hijos. Perdió su empleo por solicitar una pasaporte para viajar a Canadá.

Esta familia, residente en Managua, en Ciudad de La Habana, pertenece a la iglesia bautista Nazaret, y esto los motivó viajar a Canadá. “Fui invitado por un hermano de religión –me dijo-, a visitar su iglesia hispana bautista de Gennesaret, en Canadá. Era el mes de julio, estábamos de vacaciones e inicié los trámites del viaje solicitando los correspondientes pasaportes”.

Afirma Alvarado que cuando se incorporó nuevamente al trabajo, el gerente de la tienda le informó que había problemas y no podía continuar en su puesto. “Entonces comenzó el drama que vive hoy mi familia. Reclamé a cuantas instancias pude llegar, y después de varios meses me llegó una respuesta de la dirección provincial de la empresa: como ciudadano cubano tengo todo el derecho a solicitar un pasaporte, pero por haberlo hecho no soy idóneo para trabajar en ese lugar”.

Y agrega Alvarado: “El director general, Aleixis Mejías, reconoció que soy un buen trabajador, pero dejó sin efecto mi reclamación, ratificando que no soy idóneo para permanecer en la unidad, donde sólo era un simple trabajador civil”.

Sin empleo en estos momentos, este padre de familia trata de buscar otro trabajo a través del cual pueda sostener a su familia, algo que le es sumamente difícil y que su despido tiene connotaciones políticas.

Analizando su futuro, este hombre no ve posibilidades de trabajar en ninguna entidad estatal, en un país donde todo pertenece al estado. “Ahora –dice- todo será por la izquierda, trabajos ilegales que atraerán a inspectores, policías, multas y represiones”.

Sin embargo, lo más difícil es explicar la situación a los hijos, que, desestabilizados, no entiende por qué papá no tiene trabajo y la vida cambió.

Para Jorge Alvarado la frustración es doble, pues tampoco obtuvo el visado para viajar a Canadá. Con amargura comenta: “Este pasaporte desató el drama que vivimos, sólo por creer que soy un ciudadano normal, como cualquiera en el mundo.

 
 
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