Crónica           IMPRIMIR
4 de febrero de 2008

El onceno maestro

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - La productora Hurón Azul presentó el lunes pasado en la sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba el documental El onceno maestro, dirigido por Octavio Cortázar, quien presentó al equipo de realización y explicó los propósitos de este filme, realizado entre La Habana y Ochandio, pueblo vizcaíno del que procede su abuelo,  forjador de una familia de maestros en la isla, de la cual proviene el cineasta, considerado como uno de los maestros del cine documental cubano.

Con una hora de duración y formato DVD a color, el documental cuenta entre sus realizadores con los guionistas Daniel Álvarez, Miguel Iturria y el propio Cortázar; la asistencia de dirección de Lourdes Prieto; Santiago Llapar en la producción, fotografía de Erick Delgado, sonidos de Juan Demóstenes, música de Jorge y Gito Maletá y edición de Rafael Martínez y Geisha Álvarez.

Sin grandes pretensiones artísticas ni testimoniales, la última entrega documental de Octavio Cortázar se centra en si mismo y en sus conexiones familiares como hilo conductor; aunque se aproxima a las huellas dejadas por los vascos en la vida económica y cultural de Cuba, y ofrece escenas, anécdotas simpáticas, paisajes deslumbrantes y una música que empalma lo vasco con lo cubano.

Se narra un encuentro, una búsqueda familiar y el reencuentro de dos primos que no sabían de su existencia. El informático vasco José Loza Cortázar y el cineasta cubano Octavio Cortázar, al conocerse, deciden buscar sus ancestros y posibles familiares en Euskadi y en Cuba. Comienza un viaje que los llevará hasta la remota Ochandio, en el corazón de Vizcaya. Allí, con la ayuda del sacerdote del pueblo, descubren la Kortazarrenea, el Eche o caserío ancestral, donde participan en las fiestas de Santa Marina, patrona del pueblo, muy bien recreado a través del cura, el joven alcalde y un viejo pintor que evoca la guerra.

La búsqueda conduce a los primos a otra rama de la familia radicada en la ciudad de Vitoria, sede del gobierno vasco. De esta manera cierra el círculo al estilo de una saga familiar, que no profundiza en los aspectos gnoseológico y antropológico propios del tema.

La maestría de Cortázar y de su equipo de realización convierte  un documental de secuencias lineales y protagonismo personal en obra de arte. Una obra con planos y escenas de viajes que me recuerda el cine móvil o de carretera, aunque no alcanza la excelencia de Diario de motocicletas.

Al visualizar otra vez El Onceno maestro, de Octavio Cortázar, me acuerdo de esos tíos y sobrinos que vinieron a hacer fortuna a Cuba desde Galicia, Asturias, Cataluña o el País Vasco. El documental revierte la escena: el cineasta que llega a Ochandio en busca de la familia ha trocado los roles, es el nieto -y el sobrino cubano- que toca a la puerta de una tierra más próspera. Esta lectura también vale.   

 

 
 
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