31 de enero de 2008

Borrón y cuenta nueva con artistas latinoamericanos

WILFREDO CANCIO ISLA

El Nuevo Herald

Dos legendarios intelectuales latinoamericanos que en el pasado tomaron distancia crítica del régimen de Fidel Castro han regresado este año a La Habana con pleitesía oficial y acogida de amigos perdonados: el escritor chileno Gonzalo Rojas y el escultor y pintor mexicano José Luis Cuevas.

Cuevas, a punto de alcanzar los 73 años, recibió esta semana un doctorado Honoris Causa del Instituto Superior de Arte (ISA), en reconocimiento a ''la trascendencia estética y conceptual de su obra'', e inauguró en la capital cubana A La Habana me voy, una muestra antológica de 51 dibujos, grabados y esculturas.

A la apertura de la exposición asistió el ministro de Cultura, Abel Prieto, quien dijo que era ''un día de fiesta'', porque se honró a ``una de las figuras más relevantes del arte latinoamericano''.

Invitado personalmente por el presidente de la Casa de las Américas, el poeta Roberto Fernández Retamar, Cuevas regresó a Cuba por segunda vez en los últimos cinco años. Fue en el 2004 cuando decidió viajar a la isla para inaugurar una pequeña muestra xilográfica como parte de los esfuerzos diplomáticos y culturales para normalizar las entonces muy tensas relaciones entre Cuba y México.

Cuevas estuvo en La Habana de 1959 a raíz del triunfo de la revolución castrista, pero luego se alejó de las posturas dogmáticas del régimen y figuró entre los firmantes de la carta de intelectuales mexicanos contra el arresto del poeta Heberto Padilla, en abril de 1971.

La visión del artista mexicano sobre el gobierno cubano no varió mucho desde entonces. En abril del 2000, la firma de Cuevas apareció en una misiva de 60 reconocidos intelectuales mexicanos y tres organismos civiles que pidieron al gobierno de Ernesto Zedillo que votara ''a favor del respeto y las garantía individuales en Cuba'' en la 56 Asamblea de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU).

''Consideramos que las limitaciones persistentes del régimen cubano respecto a las garantías individuales universales no pueden ser ignoradas por México'', señaló el texto suscrito por Cuevas junto a Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y Enrique Krauze, entre otros prominentes intelectuales mexicanos. Sin embargo, ese año la delegación de México en Ginebra votó a favor de Cuba.

En la argumentación del doctorado entregado a Cuevas el pasado lunes, se destaca su defensa de ``un sentido justo de la época y el humanismo''.

Cuevas declaró que es su cuarto Honoris Causa, pero que este es ''importantísimo'' porque --como recordó en su visita del 2004-- su abuela era una cubana nacida en el pueblo de Sagua La Grande, y porque a Cuba la conoce ``bien''.

En el caso de Rojas, investido con el Premio Cervantes de Literatura 2003, se trata del retorno de una personalidad asociada con el gobierno constitucional de Salvador Allende (1970-1973), al que representó como agregado cultural de la embajada en La Habana.

Como sucedió a su gran amigo Pablo Neruda, Rojas se fue desencantando del autoritarismo personalista cubano y desembocó en la crítica al régimen castrista en la década de los 80, cuando visitó en varias ocasiones Miami.

Rojas fue homenajeado en la Feria Internacional del Libro de Miami de 1996 y estuvo invitado a la edición del 2006, pero declinó su asistencia a última hora por razones personales.

Durante anteriores visitas a Miami, periodistas y escritores locales recuerdan sus diatribas contra el socialismo y la figura de Fidel Castro, algunas de las cuales se conservan grabadas.

En encuentros en Miami y en Chile con exiliados cubanos, Rojas se lamentaba por la represión y la intolerancia política en Cuba, y narraba con indignación el ''trato vergonzante'' de Castro hacia Hortensia Bussi de Allende, la viuda del presidente depuesto por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.

Pero a los 90 años, Rojas parece haber olvidado sus resquemores con el régimen castrista.

Tres décadas después de su última estancia en Cuba, Rojas, de 90 años, regresó este enero como invitado de honor de la Casa de las Américas para abrir el concurso literario del 2008.

'' Estar en La Habana es como el oxígeno mismo, un oxígeno tremendo, el mismo oxígeno que se me dio aquí el primero de enero de 1959'', afirmó el poeta chileno. ``Ahora tengo 90, y el otro día los cumplí, y sigo siendo fidelista, como sigo siendo allendero, mundano, de mundanidad, con todos los riesgos''.

Cuevas no se quedó atrás en sus renovadas emociones habaneras en el discurso de investidura doctoral.

''No me emociono con mucha facilidad. Incluso en muchas ocasiones he dicho que desde que yo era un bebé nunca había llorado. Pero ahora se me quiebra la voz definitivamente, y no lloro pero estoy a punto de chillar'', confesó el artista.

wcancio@elnuevoherald.com

 

 
 
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