Crónica           IMPRIMIR
25 de enero de 2008

El concierto


José Antonio Fornaris, Cuba Verdad


LA HABANA, enero (www.cubanet.org) -  Los que gustan de las presentaciones en vivo o a través de la televisión, tanto en Cuba como en el extranjero, de Silvio Rodríguez y de algunos de sus amigos, Amaury Pérez y Vicente Feliú entre ellos, van a estar un tiempo, no muy corto, sin poderlos ver, porque ellos están ofreciendo conciertos en las cárceles, y en la Isla existen más de doscientas prisiones.


En una de las últimas reuniones de la Asamblea Nacional, en su calidad de diputado –cesa en marzo por voluntad propia-, Rodríguez planteó que diferentes manifestaciones artísticas, entre ellas la música y la danza, fueran llevadas a los reclusos cubanos.


Al parecer la propuesta ni siquiera fue sometida a votación, pero el cantautor decidió, evidentemente, hacerlo por cuenta propia, y de esa forma, él y sus acompañantes, el domingo 13 de enero dieron inicio al periplo carcelario por la prisión provincial de Guantánamo (oriente del país).


Rodríguez debe estar haciendo eso con buenas intenciones. Tiene que haber oído con toda seguridad la afirmación popular de que “la música amansa hasta las fieras”.


Sobre eso hay un cuento, se puede decir que casi clásico, y es el del violinista que estaba perdido en la selva con su violín, y de pronto se vio rodeado de leones que lo miraban como se mira a una presa.


Ante lo que parecía ser ya su fin, el artista decidió despedirse de este mundo tocando su violín. Pero la música, casi de forma mágica, hizo que las fieras depusieran su actitud agresiva y comenzaron plácidamente a escucharlo. El violinista vio en eso su salvación y continuó sin desmayo por un rato tocando su instrumento.


Pero ocurrió que un viejo león que no había estado en la tertulia, llegó de momento y se abalanzó sobre el artista y lo silenció para siempre.


Entonces otro de los leones que estaba muy acomodado en uno de los “palcos” le dijo a su compañero más cercano: “Yo sabía que cuando llegara el sordo se jodía el concierto”.
El concierto auspiciado por Silvio Rodríguez está fastidiado desde antes de comenzar, porque en este caso “el sordo” es el Estado.


En Cuba se pueden poner las sedes de las más profesionales y prestigiosas instituciones culturales en las prisiones y eso no resolvería absolutamente nada, porque lo primero que hay que hacer es evitar que existan tantos presos, más de cien mil dicen algunas fuentes no oficiales, y casi todos son jóvenes.


Pero una población de sólo algo mayor de once millones, cien mil es mucho. Pero los presos, aunque el Código Penal tiene hasta como figura delictiva la presunta “peligrosidad social”, pudieran ser millones porque en la Isla prácticamente todo el mundo está obligado a delinquir.
El salario promedio, de acuerdo con el último informe oficial, aumentó cuatrocientos pesos mensuales. Al cambio vigente eso son veinte dólares.


Pero, ¿qué son veinte dólares en relación con los precios de los artículos de primera necesidad? Una libra de pan cuesta cincuenta centavos, una colcha para limpiar el piso como mínimo vale un dólar, un litro de aceite de girasol o soya está cerca de los tres dólares, si es de oliva pasa holgadamente los diez.


Imaginemos por un momento los gastos de un padre o una madre de familia que tenga dos o tres niños. ¿De qué forma se puede vivir con el salario?


Incluso, hasta los gerentes o directores de empresas del Estado tienen salarios no superiores a los treinta dólares mensuales. Son personas que manejan millones. ¿Hay alguna posibilidad de que se mantengan incólumes?


Traslademos esta situación a los jóvenes. A ellos les gusta vestir a la moda, pasear, ir a las fiestas, hacerles regalos a la novia o al novio, y para muchas otras cosas que son normales. ¿De qué forma honrada pueden atender esas necesidades con los precios de los artículos que normalmente son más altos que en muchos otros países donde los salarios son mayores que los de Cuba?


Ciertamente no hay ningún indicio de que la música de Silvio Rodríguez y sus amigos llevadas a los penados resuelvan algún problema, prueba de ello es que entre los presos no hay ningún hijo de algún alto dirigente.


La solución es dejar fuera a todos los integrantes de la orquesta-Estado y no permitirles nunca más que vuelvan a poner sus manos sobre los instrumentos de poder.

 

 
 
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