Crónica           IMPRIMIR
23 de enero de 2008

TODO  POR  UN  SUEÑO

Jorge Olivera Castillo.

No tuviste la desgracia de
flotar en la órbita de una pesadilla
En tu galaxia se palpa,
la luz de la esperanza,
el fuego de los amaneceres sureños,
un destello permanente entre las colinas de Georgia
De las tierras fértiles
donde sembraste el amor y
otros árboles recios,
surgió el sermón de la bienaventuranza,
el coro emancipador del látigo y la muerte,
la exhortación para responder al maltrato
con el lenguaje de las flores
Se dice que en Mississippi, las nubes
tienen la forma de tu sueño
En Alabama aseveran que andabas con una
sonrisa de nácar y el gesto de quien no teme el olvido
                                      
De Kentucky llegan los ecos de una alabanza que
hace temblar a los carceleros de la paz y al comando
que secuestró la armonía.

Eres, ¿quién lo duda?
un rey de vastos dominios,
el siervo predilecto de la bondad,
el eterno joven que bruñe el sacrificio como la
mejor prenda del universo

Esas son las coordenadas de tu imperio,
eternamente tuyo, desde donde el Sol lanza
sus primeros bostezos y la Luna entrega toda su nobleza

Bastó la combustión de tu alma para
 hacer estallar las cadenas de la incertidumbre

 No hubo necesidad de vanas artesanías,
 tampoco de verbos y miel para aromatizar la tragedia.

 Creyeron en ti, los negros forrados de dolores y
 los blancos que nunca comulgaron con el desprecio

 Un solo pueblo, limpio y decente,
 una razón para librar el futuro de la mordida del rencor.
 Una fórmula para destrabar los nudos de la incomprensión-

 James Earl Ray le disparó a un sueño, hospedado en
 el Hotel Lorraine,
 se creyó un asesino de pura raza,
 pensó en la corona y un ramo de olivo.
                                    
Estupefacto, contaba en el aire miles de partículas
sobrevolando la ciudad de Memphis.
No eran las gotas de sangre abandonando
la garganta rota.

Eran sueños disputándole un espacio al porvenir,
sueños trashumantes,
sueños cabalgando sobre los nimbos,
sueños de Martín Luther King y de todos.
Sueños que nadie se atreve a enterrar.

 

 
 
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