La
opción de Lord Thomas
MIGUEL COSSIO
AHugh Thomas lo conoce hasta el gato en temas de hispanidad. Por
su sapiencia, fue honrado en 1981 con el título de Lord Thomas
de Swynnerton. El británico sabe de historia. Ha escrito
decenas de valiosos libros y, quizás, centenares de otros
textos, que abarcan desde la conquista de América y la trata
de esclavos hasta la Guerra Civil española.
Pero parece que con tantos datos en la cabeza a Thomas
se le ha ido el patín a otra parte de la historia. En un
artículo suyo (La Opción de Felipe), publicado en
el diario madrileño ABC, Hugh sugiere que la solución
de Cuba es una monarquía constitucional al estilo español,
con rey, partidos políticos, parlamento y todo. ¡Que
vi-vaaaa Es-pa-ña!
''Dejemos que la Constitución cubana en el
futuro refleje la de España .... En Cuba, España debería
prestar su apoyo a una joya hecha a su imagen y semejanza, y no
a otra versión de las conocidas lucubraciones de Jefferson
y Adams diseñadas con otros fines'', propone Thomas.
``La isla precisa de un nuevo padrino, y los europeos
y los latinoamericanos deben insistir en que España sea el
candidato predilecto y no Estados Unidos, que entre 1898 y 1959
hizo gala de un sorprendente don para cometer errores en Cuba''.
Señores: tomémoslo con calma. De un
lord se puede esperar cualquier cosa. Sobre todo la flema. La de
Thomas es una más entre las docenas de propuestas que circulan
sobre una Cuba del futuro. Así de sopetón, me vienen
a la memoria otras, como el voto unido y el socialismo irrevocable
de los Castro; la Confederación de Repúblicas Bolivarianas
de Chávez; la anexión a Estados Unidos de un tal doctor
Julio Varela, y la Patria es de Todos del cuarteto socialdemócrata
opositor, integrado por Martha Beatriz Roque Cabello, René
Gómez Manzano, Félix Bonne Carcassés y Vladimiro
Roca.
Cada quien imagina una Cuba futura. El 99 por ciento
sin los Castro, y entre ellos los opositores dentro de la Isla,
los presos políticos, como Oscar Elías Biscet, y los
disidentes que desafían en las calles a las turbas castristas.
Son ellos quienes, tal vez, más acarician ese sueño.
Interpreto el artículo del respetable lord
Thomas como una sugerencia de caballería hecha al Príncipe
de Borbón, para que ejercite su músculo real en política
exterior. Su argumento se basa en que la monarquía española
todavía es respetada en Cuba. Y por ello, merecería
la pena, sugiere, pasar esa influencia del rey Juan Carlos a su
hijo Felipe, quien podría viajar a la Isla con el mensaje
a los cubanos para que instauren una ``democracia parlamentaria
con una monarquía formal y responsable''.
Thomas considera que esa ``contribución positiva
de don Felipe a un resurgimiento de la democracia cubana con las
características de la española, ayudaría a
que su nombre brillara para siempre en España y en todas
partes''.
Bajo el amparo y con el molde de esa corona, Cuba
podría tener su Rey de Guamuta, su Príncipe del Duro
Frío y su Condesa de Remanganaguas; así como sus propios
González, Aznares y Zapateros.
El error de juicio de lord Thomas de Swynnerton consiste
en proponer transplantar a Cuba, ficticiamente y por analogía,
lo que ocurrió en España a la muerte de Franco. La
suya es una idea colonial y eurocentrista. Hugh Thomas está
deslumbrado por el papel de Juan Carlos de Borbón en la transición
democrática española, pero muy alejado de la perspectiva
histórica de la realidad cubana.
No hay fórmula real para la democracia en
Cuba. Desde la República en Armas, la Isla se separó
para siempre de la Corona.
Director editorial y de noticias
América TeVe Canal 41
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