18 de enero de 2008

La opción de Lord Thomas


MIGUEL COSSIO


AHugh Thomas lo conoce hasta el gato en temas de hispanidad. Por su sapiencia, fue honrado en 1981 con el título de Lord Thomas de Swynnerton. El británico sabe de historia. Ha escrito decenas de valiosos libros y, quizás, centenares de otros textos, que abarcan desde la conquista de América y la trata de esclavos hasta la Guerra Civil española.

Pero parece que con tantos datos en la cabeza a Thomas se le ha ido el patín a otra parte de la historia. En un artículo suyo (La Opción de Felipe), publicado en el diario madrileño ABC, Hugh sugiere que la solución de Cuba es una monarquía constitucional al estilo español, con rey, partidos políticos, parlamento y todo. ¡Que vi-vaaaa Es-pa-ña!

''Dejemos que la Constitución cubana en el futuro refleje la de España .... En Cuba, España debería prestar su apoyo a una joya hecha a su imagen y semejanza, y no a otra versión de las conocidas lucubraciones de Jefferson y Adams diseñadas con otros fines'', propone Thomas.

``La isla precisa de un nuevo padrino, y los europeos y los latinoamericanos deben insistir en que España sea el candidato predilecto y no Estados Unidos, que entre 1898 y 1959 hizo gala de un sorprendente don para cometer errores en Cuba''.

Señores: tomémoslo con calma. De un lord se puede esperar cualquier cosa. Sobre todo la flema. La de Thomas es una más entre las docenas de propuestas que circulan sobre una Cuba del futuro. Así de sopetón, me vienen a la memoria otras, como el voto unido y el socialismo irrevocable de los Castro; la Confederación de Repúblicas Bolivarianas de Chávez; la anexión a Estados Unidos de un tal doctor Julio Varela, y la Patria es de Todos del cuarteto socialdemócrata opositor, integrado por Martha Beatriz Roque Cabello, René Gómez Manzano, Félix Bonne Carcassés y Vladimiro Roca.

Cada quien imagina una Cuba futura. El 99 por ciento sin los Castro, y entre ellos los opositores dentro de la Isla, los presos políticos, como Oscar Elías Biscet, y los disidentes que desafían en las calles a las turbas castristas. Son ellos quienes, tal vez, más acarician ese sueño.

Interpreto el artículo del respetable lord Thomas como una sugerencia de caballería hecha al Príncipe de Borbón, para que ejercite su músculo real en política exterior. Su argumento se basa en que la monarquía española todavía es respetada en Cuba. Y por ello, merecería la pena, sugiere, pasar esa influencia del rey Juan Carlos a su hijo Felipe, quien podría viajar a la Isla con el mensaje a los cubanos para que instauren una ``democracia parlamentaria con una monarquía formal y responsable''.

Thomas considera que esa ``contribución positiva de don Felipe a un resurgimiento de la democracia cubana con las características de la española, ayudaría a que su nombre brillara para siempre en España y en todas partes''.

Bajo el amparo y con el molde de esa corona, Cuba podría tener su Rey de Guamuta, su Príncipe del Duro Frío y su Condesa de Remanganaguas; así como sus propios González, Aznares y Zapateros.

El error de juicio de lord Thomas de Swynnerton consiste en proponer transplantar a Cuba, ficticiamente y por analogía, lo que ocurrió en España a la muerte de Franco. La suya es una idea colonial y eurocentrista. Hugh Thomas está deslumbrado por el papel de Juan Carlos de Borbón en la transición democrática española, pero muy alejado de la perspectiva histórica de la realidad cubana.

No hay fórmula real para la democracia en Cuba. Desde la República en Armas, la Isla se separó para siempre de la Corona.


Director editorial y de noticias

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