Los
viejitos del Granma
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - No voy
a referirme a los pocos viejitos revolucionarios del yate Granma
que quedan vivos y que desembarcaron en la playa Las coloradas,
allá por el año 1956, sino a los protagonistas -así
los llaman- de una investigación realizada en días
pasados por la prensa castrista, la que al fin nos explica el mal
que padece, cuya cura todos sabemos cuál sería. El
pueblo cubano, tan dado a hacer chistes de lo serio, resume en jocosa
expresión las “funciones” que adjudica a dos
de sus diarios nacionales: Granma da la noticia y Juventud Rebelde
la explica.
Pero no es exactamente así. Yo preferiría:
Granma da la noticia y Juventud Rebelde la repite.
Y no sólo Juventud Rebelde la repite. La repite
el resto de los periódicos provinciales, la radio y la televisión.
Con algunas excepciones, por supuesto, a conveniencia del gobierno.
Son varios los periodistas que formaron parte de
dicha investigación, la que ofrece resultados muy importantes.
Por ejemplo, que no son precisamente los jóvenes quienes
tienen acceso a su periódico, Juventud Rebelde; que muchos
ni siquiera saben que existe; que sólo los ancianos suelen
comprar la prensa en horas muy tempranas de la mañana para
revenderla; que desde 1990 no están disponibles nuevas suscripciones
por falta de papel; que gracias a los carros repartidores de pan,
de leche o en los pocos ómnibus escolares que circulan, puede
distribuirse la prensa nacional en numerosas zonas del país,
porque en muchos casos los carteros, que sólo reciben un
salario mensual de 260 pesos, equivalentes a unos diez dólares,
no poseen bicicletas ni zapatos cómodos para caminar.
Por último señalan dichas investigaciones
que “Lidiar con esos viejitos es difícil”.
Se refieren a los jubilados, casi todos mayores de
70 años, que cada mañana hacen varias veces la misma
cola durante horas para comprar algunos periódicos Granma
y Juventud Rebelde y así obtener, por medio de su reventa,
cinco o seis pesos.
Hace algunos meses, en el reparto costero de
Alamar, perteneciente a la provincia habanera, hice una pequeña
encuesta en un punto de venta de periódicos y el resultado
no me produjo sorpresa alguna. Todos los viejitos “luchaban”
la compra de los dos periódicos nacionales, por valor de
20 centavos cada uno, para revenderlos en el mismo lugar a un peso
y obtener así, según ellos, la comida del día.
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