Crónica           IMPRIMIR
17 de enero de 2008

S.O.S. Yutong

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - El periódico Tribuna publicó un artículo sobre las condenas ejemplarizantes a que fueron sometidos tres jóvenes por incidentes ocurridos dentro de un ómnibus urbano. Anteriormente, otro hecho similar fue reportado, aparentemente como advertencia a la ciudadanía. Sin embargo, los corresponsales gubernamentales sólo se han contentado con reproducir la información suministrada por los órganos de justicia, sin adentrarse en el tema a partir de balancear la noticia con la opinión del resto de la población.

Yadier Balmach, autor del artículo, abunda sobre las penas carcelarias impuestas a tres jóvenes que, en estado de embriaguez, presuntamente se comportaron vandálicamente en la ruta 114, el pasado 29 de diciembre.

Fueron condenados por los tribunales a castigos que van desde dos hasta cinco años de cárcel. “El mensaje sí es claro: no habrá impunidad para quien atente contra la tranquilidad ciudadana” –concluye el artículo.

Aunque las sanciones son desproporcionadas, es genuino que el estado defienda sus propiedades. Pero, ¿por qué no indagar cuál es la opinión de la población al respecto? Desde la óptica del que recibe el servicio. ¿Son meras víctimas de la mala conducta del pueblo todos los chóferes y cobradores? ¿El estado brinda un servicio de excelencia, como para andar dando esplendorosas lecciones? ¿Por qué la policía no asume su papel regulador ante otros hechos similares que ponen en peligro la vida de los adolescentes?

Algunas rutas de ómnibus urbanos han mejorado considerablemente, a partir del incremento del parque de vehículos en la capital, casi todos de la marca china Yutong. De existir un solo bus cubriendo una ruta, o ninguno, a que al menos exista una regularidad es agradecido por los ciudadanos.

Se espera la llegada, en los próximos meses, de ómnibus de factura ucraniana.

A pesar de lo anterior la demanda aún supera con creces la disponibilidad. Además, las notas informativas hablan de cantidad pero no de calidad, sobre todo en cuanto al servicio. Los ómnibus transitan abarrotados por decisión de los chóferes y los desesperados pasajeros hacen lo imposible por llegar a su destino. Algo entendible, pero sin dudas una de las causas del deterioro de los ómnibus.

Los ómnibus son nuevos, pero los conductores y pasajeros son los mismos. El maltrato, que se extiende a casi todos los sectores de la vida social, es una cadena reciproca y cotidiana entre una buena parte de los pasajeros y los chóferes. Las malas conductas enraizadas a través de casi medio siglo no se cambian de un día para otro por decreto.

Algunos pasajeros se quejan de que los cobradores no suelen dar el vuelto cuando cobran el pasaje, o se demoran intencionalmente para quedarse con el cambio. Además de que se roban parte de las recaudaciones. Algunos conductores llegan a imponer tarifas a su antojo; sobre todo cuando se trata de ómnibus pertenecientes a otras entidades estatales. Los inspectores que supuestamente deben supervisar el servicio brillan por su ausencia y su eficacia es cuestionable.

Algunos habaneros han propuesto adoptar el sistema de billetes de viaje o pase mensual, existente en otros países. Esto podría aumentar el número de chóferes, a la par de beneficiar a sectores menos favorecidos, o que necesitan viajar constantemente: ancianos, impedidos físicos, estudiantes, padres de familias con muchos hijos, trabajadores de determinadas entidades, entre otros.

Hay personas que aseguran que algunos chóferes conducen los ómnibus en estado de embriaguez, sobre todo en la madrugada. Otros conducen a exceso de velocidad, y frenan bruscamente. Otras veces andan a paso de tortuga pues cuando se apresuran incumplen el horario establecido.

El horario de los ómnibus es otro inconveniente, pues rara vez se anuncia y es una rareza que se cumpla.

La policía permanece indiferente ante el nuevo pasatiempo favorito de muchos adolescentes: viajar colgados de los ómnibus en bicicletas, patines y hasta con los pies sobre el pavimento mojado. Este “pasatiempo” ha contribuido al deterioro de los ómnibus y ha costado ya varias vidas.

Otro asunto es la mala calidad de los ómnibus adquiridos. Uno de los mecánicos encargados del mantenimiento dijo a este reportero: “Los motores son de buena calidad, aunque la cantidad de poleas que exige me hace dudar en cuanto al suministro de piezas de repuesto en el futuro. Los plásticos también son resistentes, pero las partes metálicas son algo débiles para el estado de las calles y el uso que se les da a estos vehículos”.

El pueblo cubano tiene un alto nivel de instrucción, pero el grado de cultura cívica se ha deteriorado desde 1959. A pesar de lo anterior, no todo es malo. Algo que los entrevistados ven como positivo es que algunos buenos comportamientos sociales como ceder el asiento a una embarazada o a un anciano, dar la mano a una mujer al descender y pedir permiso al moverse en el ómnibus, se van recuperando poco a poco.

 

 
 
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