El
capital político de Chávez en Cuba
IVETTE LEYVA MARTINEZ
La IV cumbre de la alianza PETROCARIBE, el pasado diciembre, puso
de manifiesto que el presidente venezolano Hugo Chávez ha
dejado de ser el benefactor desinteresado de Cuba y podría
estar creando las condiciones para influir como actor político
en el futuro de la isla.
La renovación de la abandonada refinería
de Cienfuegos demuestra que el gobierno de la isla se ha puesto
en función de la estrategia petrolera del mandatario venezolano,
de la misma manera en que durante la era soviética plegó
su economía a las prioridades del Consejo de Ayuda Mutua
Económica (CAME).
Es cierto que la refinería traerá beneficios
económicos a la isla, pero responde sobre todo a los intereses
geopolíticos de Chávez, empeñado en retirar
6 de esas plantas procesadoras de crudo de Estados Unidos y en reubicarlas
en el Caribe. Carente de una estrategia económica propia
y eficaz, el régimen castrista vuelve a convertir a Cuba
en un país dependiente del benefactor de turno.
A pesar de la derrota en el referendo de diciembre,
que limita la permanencia de Chávez en el poder hasta el
2013, Cuba sigue apostando al apuntalamiento que le brinda el petróleo
venezolano. Al poner todas las fichas en Chávez, se posterga
todavía más lo que debería ser la prioridad
de un país pobre: la búsqueda de fuentes energéticas
alternativas y sostenibles.
Cuba ha anunciado la existencia de reservas marinas
de petróleo en su territorio, pero la calidad del crudo y
sus posibilidades de extracción siguen siendo una interrogante.
La mejor carta para la isla, sin dudas, es la producción
de etanol a partir de la caña, tras la debacle de una industria
azucarera cuya producción actual no alcanza ni para abastecer
al país del dulce.
La producción de etanol formó parte
de los convenios suscritos entre Cuba y Venezuela antes de que Fidel
Castro emprendiera su diatriba contra ese combustible. En marzo
del 2007 acordaron construir 11 plantas de etanol, pero en el país
sudamericano, el menos necesitado de una fuente energética
alternativa a corto plazo.
La dependencia del petróleo venezolano tendrá
también un costo político. Tanto el régimen
cubano como Chávez saben que con los actuales precios del
crudo, la suma de toda la ayuda profesional cubana a Venezuela en
el último quinquenio no amortiza el gasto de los regalos
de oro negro a la isla. Y en la política, como en la vida
cotidiana, el que paga manda.
La fanfarria que rodeó la última visita
a Cuba del mandatario venezolano debe haber alentado sus ambiciones
políticas internacionales.
A pesar de ser el invitado y no el anfitrión
de la cumbre, Chávez acaparó los primeros lugares
en la prensa oficial cubana durante PETROCARIBE; a su lado, el presidente
interino Raúl Castro parecía un segundón de
poca monta. En Santiago de Cuba, decenas de miles de personas recibieron
al venezolano agitando banderitas al paso de su caravana en los
13 kilómetros de recorrido inicial, en una eufórica
acogida que no se veía en la isla desde la desaparición
de los ``hermanos socialistas''.
Yla clase gobernante cubana ha comenzado a dar otras
sintomáticas muestras de servilismo. Ni siquiera durante
la era soviética vimos un episodio tan vergonzoso como el
que protagonizó el canciller Felipe Pérez Roque el
pasado octubre cuando afirmó que Cuba estaba dispuesta a
''renunciar a su soberanía y su bandera'' para integrar el
bloque latinoamericano por el que aboga Chávez.
El propio mandatario venezolano aseguró recientemente
que Cuba y Venezuela son ''una sola nación y un solo gobierno''.
Si asumimos que esa retórica tiene algunas bases reales,
cabe preguntarse, ¿quién será el verdadero
gobernante de Cuba?
Es Chávez, y no Raúl, el verdadero
heredero político de Fidel Castro. El venezolano es 22 años
más joven que Raúl; mientras que la envejecida y desgastada
élite cubana se ha quedado desprovista de ideología
y de proyecto social, Chávez enarbola una alternativa, su
difuso proyecto de ''socialismo del siglo XXI'', cuya propia existencia
es un tácito reconocimiento al fracaso del modelo socialista
que se implantó en Cuba y un intento de superarlo.
¿Permanecerá Chávez pasivo
tras la previsible desaparición física de su maestro
Fidel Castro? Lo dudo. Creo que buscará presionar para la
realización de algunas reformas económicas que permitan
la permanencia del régimen y satisfagan a la vez sus intereses
geopolíticos. Como demostraron la cumbre PETROCARIBE y la
última sesión del parlamento cubano, a diferencia
de Chávez Raúl Castro tiene poco que decir y mucho
menos que ofrecer.
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