Nefasto,
los intercambios y las iniciativas
Víctor Manuel Domínguez,
Sindical Press
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - El Diccionario
Especial de Lingüística Revolucionaria Aplicada (DELIRA),
define como ningún otro el término intercambio.
Mientras que el Gran Diccionario de la Lengua Española
(Larouse) califica esa palabra como “cambio recíproco
de personas, cosas, grupos, servicios o ideas”, el DELIRA
lo conceptualiza cual sinónimo de azada; es decir, que la
acción se realice para un solo lado.
Y por eso me espanta que un culturoso de la talla
de Bill (o vil, a lo cubano) Martínez, uno de los promotores
de la iniciativa US-Cuba Cultural Exchange, ante la pregunta ¿puede
aceptar tranquilamente un norteamericano que le nieguen viajar a
la Isla, o le prohíban a una orquesta o una compañía
cubana de danza actuar en EE.UU.?, respondiera que “esas barreras
hacen que nosotros perdamos el sentido de autodignidad, agreden
nuestra dignidad”.
Parece mentira que Vil (o Bill, a la americana),
aún no comprenda las expresiones del idioma revolucionario
cubano recogidas en DELIRA, tan ricas en innovaciones lingüísticas
como: lucha por robo, animal por inteligente, bestia por bella,
íntegro por corrupto, revolución por estancamiento,
y período especial por crisis económica galopante,
entre otros aportes a la lengua castellana.
Resulta increíble que hasta Sean Penn, en
otra actuación magistral, asegure risueño que “cuando
el diálogo e interacción entre artistas de un país
y algún otro es prohibido, comenzamos a sentir humillada
nuestra propia humanidad”.
No hay dudas de que han confundido intercambio cultural
con relajo, toma y daca, lo mismo pa´ ti que pa´ mí,
juego entre dos y tantas acciones más alejadas del vocabulario
revolucionario.
Cuando en Cuba se dice intercambio cultural (al menos
con los EE.UU.) hay que entenderlo así: Si enviamos de gira
a los Van Van, no me puedes mandar a Sandoval, pero aceptamos a
Noam Chomski.
De permitir que visite Chicago Tata Guiñes,
no aceptaremos a Paquito de Rivera, aunque sí a Max Lesnix
o Alberto Sarraín con su Mateodora.
Un verdadero intercambio debe ser unilateral y selectivo.
Nada de yo te mando diez y tú me mandas once ni nada por
el estilo.
En cuanto a eso de sentir humillada la dignidad porque
no los dejen viajar a Cuba, no puede existir mejor ejemplo que el
de los artistas cubanos que no los dejan viajar a los Estados Unidos.
¿Acaso olvidaron a los más de cuarenta
integrantes de la compañía danzaria Havana Night que
por impedirles viajar a Nevada, enfilaron hacia México y
pasaron indignados la frontera para pedir asilo en los Estados Unidos?
¿No se acuerdan del humorista conocido por
Bonkó Quiñongo, quien por presentar su espectáculo
En Blanco y Negro a los cubanos de Miami se le despojó del
permiso de residencia en España y no puede regresar a su
país ni a ver sus hijos?
Y ni hablar si se les ocurriera pedirnos que aceptemos
una delegación artístico cultural integrada por Willi
Chirino, Reinaldo Miravalles, Gloria Estefan, Orlando Casín
o Deysi Dalmajó, pues eso, en vez de un intercambio, quedaría
recogido en el DELIRA como una invasión, ya que no hay peor
cuña que la del propio palo.
Si les hablo de esos pobres diablos cubanos es porque
si no permitimos que ni ellos intercambien con nosotros, ¿cómo
aceptar que cualquiera viaje a los Estados Unidos con lo apurado
que andan los aviones que dejan en tierra hasta el tarugo de la
compañía?
Miren si no esos tres bailarines del Ballet Nacional
de Cuba que los dejó un vuelo en Canadá y tuvieron
que cruzar a Nueva York para luego sufrir viajando a Miami. O los
músicos que se quedaron varados en Brasil y tuvieron que
acudir al asilo político.
Por eso es que me asombra que aboguen por el levantamiento
de las barreras culturales, si lo que hace falta es un muro de contención
que sólo brinquen los elegidos.
Así que no deliren y estudien los conceptos
del DELIRA, donde el intercambio cultural está bien definido:
acción que se realice para un solo lado.
Eso se los aseguro yo, Nefasto “El lingüista”
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