12 de enero de 2008

El peor año de la crisis en Cuba


CARLOS FRANQUI


El 2007 ha sido el peor año de la prolongada crisis de Cuba. La estancia del padrino Chávez y el mutis del Castro mayor ayudan al Castro menor a continuar en el poder.

La distancia entre Raúl Castro y Chávez desaparece, con la alegría del coronel, antes sombra de Castro y ahora, con el opaco Raúl, caudillo continental.

Mientras, la nomenclatura reconoce el fracaso y la necesidad de los cambios. La cúpula admite que nada funciona, pero ni actúa ni hace nada.

El descontento popular crece, los estudiantes y la Juventud Comunista protestan públicamente.

Parecería que Cuba se hunde: según Lugo, responsable agrícola del Comité Central, el 50% de las tierras productivas son aromales --un arbusto impenetrable--, el 30% estatal no produce y al 10% en mano de campesinos privados se les paga a bajos precios o no se les paga, ni se les facilita transporte. La producción cae y el hambre aumenta.

Según el vicepresidente Lage, de las seiscientas mil viviendas del país, el 70% se derrumba y el resto está mal.

El comandante raulista Rosales, ministro de la Industria Azucarera, la desmantela. De las ciento cincuenta fábricas quedan sólo cincuenta --acaban de regalarle catorce a Chávez--, cientos de miles de técnicos y obreros han quedado sin trabajo y la zafra de este año sólo produjo un millón de toneladas de azúcar, que eran las que se fabricaban hace un siglo.

Según reflexión del Castro mayor este año los estudiantes no pudieron ir a trabajar en la agricultura por carencia de transporte y de alimentos.

Los pueblos y ciudades de la isla sin transporte se han convertido en aldeas incomunicadas.

En Santiago de Cuba, donde un vaso de agua bebible vale un peso, el candidato Raúl Castro en un mitin ha prometido agua para el 2009.

La industria ganadera cayó en picada: no hay carne ni leche y Raúl Castro reconoce que tuvo que importar leche en polvo para los niños menores de siete años.

Lage anunció en Santiago de Cuba que en el 2007 hubo un millón de operaciones para extranjeros con dólares en las clínicas del apartheid médico, pero los hospitales y farmacias del pueblo carecen de todo.

En las asambleas críticas de toda la isla la gente exige cambios. En encuestas nacionales publicadas en Juventud Rebelde, jóvenes comunistas de toda la isla exigen reformas totales, en Santiago de Cuba los estudiantes manifiestan en protestas callejeras y en La Habana apedrean los ómnibus.

Lage Jr., presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, reclamó públicamente autonomía universitaria, incitando a los estudiantes a tomar las aulas y contestando en asambleas al talibán Roque, ministro de Relaciones Exteriores y protegido de Fidel Castro. Ya lo ''sustituyeron'' y ahora intentan controlar y disminuir las críticas, pero el control se les ha escapado y parece difícil que lo recuperen.

El Castro mayor mandaba, controlaba todo y no permitía declaraciones contradictorias. El Castro menor no gobierna, reconoce públicamente el fracaso, pero no hace los cambios económicos de los que habló cuando dijo: ``Aquí el problema no es el imperialismo, el problema es el hambre''.

Los lectores se preguntarán: ¿Está muerto el pueblo cubano que sufre tanta hambre y opresión y no se rebela?

La respuesta la da el comunismo totalitario que anula la individualidad, la familia y la colectividad, además de la práctica fidelista de que, en tiempos de crisis, ``el poder se mantiene con el terror y el hambre''.

La gente trata de sobrevivir día a día, la costumbre y el terror la vuelven impotentes, se refugian en el cuerpo, el robo al estado corruptor, en la mentira, la prostitución y en eso que Raúl Castro definió como ''sociolismo'' y no socialismo.

Como el estado decide por ellos, la gente no sabe decidir: si alguno llega al exilio y lo llevan a una tienda a comprar un par de zapatos, exclama dirigiéndose al acompañante: ``Escoge tú, yo no sé porque nunca decidí nada''.

La segunda generación del poder reconoce el fracaso, pero difícilmente actuará, en espera de un posible general a lo Putin que los mantenga y proteja.

Chávez con sus petrodólares no es la Unión Soviética que mantuvo y protegió al castrismo por casi treinta años.

¿Qué producirá la irreversible crisis? ¿Un cambio arriba en la cúpula, un estallido, una rebelión pacífica?

La oposición pacífica y la prensa independiente brutalmente reprimidas por Raúl Castro, el represor de siempre, resisten.

En tiempos próximos el choque entre el aparato de terror y la juventud decidirán el destino de Cuba, que no será el de ''libertad o muerte'', sino el de muerte o libertad.

Periodista cubano, ex director del diario `Revolución'.

 
 
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