8 de enero de 2008

Dos preguntas, Pablo


MIGUEL COSSIO


Ala hora nona Pablo Milanés sugiere que, quizás, duda del sistema político dictatorial que con sus canciones ayudó a edificar. ''¿Ha valido la pena? Pregunto, no sé. ¿Ha valido la pena? Respondo, no sé'', expresó el artista mientras entonaba la canción Dos preguntasde un día durante un concierto reciente en el teatro Mella de La Habana, a propósito de la presentación de Regalo, su último disco.

Habría que ver si la duda de Milanés es genuina, es decir, si responde a un cuestionamiento sincero y en tal caso a una rectificación política de parte suya. O si se trata de un acto de oportunismo para distanciarse de la dictadura que por décadas defendió al son de do, re, mi, fa, sol, la, si, do. Sólo él sabe la respuesta.

A estas alturas del partido no debería haber duda, sino certeza, respecto al juicio sobre la validez de lo ocurrido en Cuba en estos últimos cincuenta años. La revolución de Castro es la estafa ideológica más grande en la historia política de América Latina.

Al fin y al cabo, Pablo Milanés es, junto a Silvio Rodríguez, el más famoso de los íconos del arte nacional al servicio de la dictadura castrista. Ambos cantautores han sido propagandistas insignes de la mentira.

Como método filosófico, por lo menos desde Descartes, la duda ha servido como recurso de reflexión y búsqueda de razones y argumentos. La duda implica incertidumbre y fija un límite a la confianza o a la creencia de una supuesta verdad. Quedarse estacionado en ella es quedarse en la ambigüedad, sin tomar partido frente a los acontecimientos. La única respuesta que hay para salir de duda es la acción que defina una actitud.

Sería un gesto positivo si Pablo Milanés rompe con el castrismo. Le daría un golpe al régimen y, ahora sí, ''algo más que soñar'' a quienes pujan por un verdadero cambio hacia la democracia en Cuba. Pero ésa es su decisión individual. Todo ser humano tiene derecho al arrepentimiento y a reconocer sus propios errores, sin que esto implique un olvido de cuanto se hizo.

Las dudas de Pablo Milanés ponen una vez más sobre la mesa de discusión temas tales como la relación de los artistas con el poder, la tolerancia y la reconciliación entre los cubanos.

Hace unos años, después de un concierto en San Juan, Puerto Rico, mi colega en el canal 41 Juan Manuel Cao preguntó a Pablo Milanés por qué un artista tan bueno como él apoyaba una causa tan mala. La pregunta enmudeció al cantante, quien sólo atinó a contestar que no era momento para hablar del asunto. ¿Es éste el momento?

Vista desde esta orilla, la tolerancia se suele vincular con otro momento significativo: ¿cuál es la fecha exacta de ruptura con el castrismo o salida de Cuba para ser considerado un exiliado decente? Esta pregunta escandaliza a algunos en Miami, que miden el nivel de anticastrismo con arreglo a un escalafón de antigüedad del parole o de la tarjeta de residencia.

Lo anterior lleva al asunto no menos espinoso de la reconciliación nacional. No olvidemos que Pablo Milanés es el autor de la canción Yo me quedo, que cuestiona a quien se va de Cuba con esta pregunta retórica: ¿qué clase de libertad van a darte?

Desde luego que cabría echarle en cara la falta absoluta de libertad que tienen los cubanos en la isla. Pero a diferencia de las dictaduras, las democracias no son paredones morales de fusilamiento. A estos efectos va otra pregunta mucho más definitoria para él: ¿vas a romper con aquello, Pablo, o vas a seguir dudando?

 

 
 
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