4 de enero de 2008

Sólo para cubanos


TERESITA MAYANS


Llegaron y siguen llegando. ¿Quiénes? Los responsables de haber hundido en la desgracia a todos los cubanos. Estos y otros se dieron a transformar a una Cuba que recibieron el fatal 1 de enero del año 59 rutilante, próspera en esto que es hoy, un país más que empobrecido, en ruinas. Donde con frecuencia se ve a ciudadanos escarbando en latones de basura para encontrar algo, cualquier cosa, algo es algo donde no hay nada.

Estos que llegaron y siguen llegando, responsables del desastre tanto por cobardía, por la canalla y deliberada mala intención, por colaboración, indolencia u omisión, pero todos responsables de la pérdida de la independencia, artífices de la prohibición de cosas tan sencillas y legítimas como mi derecho a mudarme y vivir donde me dé la gana, salir y entrar a mi país cuantas veces me apetezca, de pararme en una esquina sin que me exijan identificarme o me pregunten qué hago.

Ahora llegan con esa alegría entusiasta propia de los insensibles convencidos de que encontraron en este doloroso exilio tan vituperado por ellos mismos la fuente de la purificación y del perdón a sus crímenes y desmanes que limpia y conduce al paraíso como si nada hubiera pasado, quiero decir, con esa nada llena de cárceles y carceleros, de delatores y torturadores, cómplices del crimen diciendo: ''Nos engañaron, creímos de buena fe''. Pero también se mudan frente a mi casa por obra y gracia de la casualidad y de la inmensa tolerancia que permite la democracia a estos victimarios que hasta días recientes practicaron, apoyaron y ejercieron abusos.

En Cuba existen las llamadas zonas congeladas, quiero decir, zonas donde para residir se necesita un permiso especial de la Seguridad del Estado. Incluye toda la faja costera del malecón habanero amén de enormes barrios a través de toda la isla. ¿Se imagina a Martha Beatriz Roque ejerciendo su derecho de vivir al lado de Ramiro Valdés o a Pérez Antúnez sentado en el portal de una casa frente a Furry Colomé? Como dirían los cubanos: ''No es fácil''. Y, como si fuera poco, tenemos que oír a sus bocas grandes, a sus propias vísceras hablar en voz alta y ofrecer testimonios miserables, como si aquí, donde están parte de sus víctimas, no supiéramos qué hicieron, qué hacen y qué seguirán haciendo.

Estos entusiastas colaboradores del régimen, en un pasado cercano uniformados de verde olivo, o un delator del cedeerre, se creen portadores únicos de noticias, hablan de métodos de torturas, de crímenes, de cómo viven, qué comen y beben generales y coroneles más otros tantos de la cúpula gobernante, mientras no son tronados, desde luego, o enviados al plan payama o acusados de traidores y ladrones en juicios militares. Nota: los únicos ladrones autorizados ya sabemos quiénes son, pero en el caso extrañamente sui generis del código penal de la Cuba actual no se cumple aquella máxima de ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón o la de el aura gritándole al pavo que tiene el pescuezo pela'o. Fidel Castro se robó desde la república, con todo lo que tenía dentro, hasta un pudoroso ostión cerrado en su concha en las orillas del mar que bordea la isla. La historia la sabemos. Pero estos cómplices, cuando tenían mando y ''se salían del plato'' o cometían una peccata minuta, eran llevado a juicios (léase circo), acusados de cualquier cosa, sobre todo de robarle al comandante en jefe y ahí mostraban su verdadera esencia, parecían pupilas arrepentidas sacadas de lupanares por un ''particular'', pidiendo perdón, exhibiendo como un trapo sucio su mea culpa, haciéndose el harakiri mientras sollozantes, con el mentón caído sobre el pecho, pronunciaban una andanada de frases suplicantes cuajadas de loas al comandante.

No, de ninguna manera. Que sepan estos culpables arrepentidos que no nos dejan boquiabiertos con sus repetidos y viejos comentarios, siempre de estreno según se creen, y que al mismo tiempo los lanzan ceremoniosamente al aire convertidos en gastadas noticias, casi que colonizándonos, como si los cubanos dignos que conforman este verdadero exilio fuera una masa acéfala desconocedora de cuanto pasa en Cuba.

No importa, que sigan llegando como mansas palomas que vuelan hacia los hombros de San Francisco de Asís, pero tengan presente que estos culpables en una Cuba libre tendrán que responder ante verdaderos tribunales. Con todas las garantías procesales. Pero sepan también que muchos no tendrán regreso.


Escritora cubana, ex presa política.

 

 
 
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