Democracia
y libertad para Cuba
MANUEL CEREIJO
Las elecciones no son una prueba verdadera de una democracia. Son
sólo un instrumento, que puede ser aplicado bien o mal.
Lo mismo sucede con una constitución. Las
elecciones pueden ser insignificativas en manos de un tirano. Ejemplos
de esto lo vemos en Cuba, Irán, Irak durante Saddam Hussein,
China...
Las elecciones que no restringen el número
posible de candidatos para una misma posición no son necesariamente
más democráticas. El hecho de que haya muchos candidatos
a escoger no necesariamente significa que las personas tengan la
libertad para escoger. La libertad social y política es esencial
para una elección.
Dada esta posible confusión, ¿pueden
las elecciones ser utilizadas para diferenciar entre una sociedad
democrática y una que no lo es? Ciertamente sí, siempre
que tengamos en consideración que para que una elección
sea libre debe celebrarse en un ambiente donde las personas sean
libres de expresar sus opiniones sin temor a ser arrestados, oprimidos
o incluso físicamente dañados. Es muy sencillo, las
elecciones libres sólo son posible en sociedades libres.
Debido a esto es que las elecciones no son nunca
el principio de un proceso democrático. Sólo cuando
las instituciones básicas que protegen a una sociedad libre
están afianzadas firmemente --tales como cortes independientes,
partidos políticos-- pueden unas elecciones libres tener
lugar. Un país que no tenga libertad, pero que sostenga una
elección, no debe considerarse por esa sola razón
un país democrático.
Después de la derrota de Hitler, los Estados
Unidos y otras tropas aliadas de ocupación decidieron muy
inteligentemente no celebrar elecciones federales en Alemania hasta
después de 4 años de la derrota de las fuerzas alemanas.
Si las elecciones se hubiesen celebrado en 1945 o en 1946, los esfuerzos
por crear una Alemania democrática se hubieran retrasado
o fallado. Esto debió haber ocurrido también en Afghanistán
y en Irak. Todavía en estos dos países hay porciones
grandes de su población que no son libres de expresar sus
opiniones sin temor.
Un objetivo primordial para que en Cuba avance la
democracia, una vez que el sistema actual sea derrocado, debe ser
el preocuparnos menos por apurarnos en celebrar elecciones, a toda
cosa, lo más pronto posible, y atender más a crear
las condiciones que hagan posible que puedan celebrarse unas elecciones
lo más libres posible.
Claro que también puede suceder que unas elecciones
libres lleven al poder a personas no democráticas, y esto
podemos verlo en la Alemania de 1933 y más recientemente
en Venezuela. Estos ejemplos sólo demuestran que toda democracia
debe siempre ser protegida, defendida por el pueblo, la prensa,
el gobierno.
Los dictadores no dependen del pueblo, es el pueblo
el que depende de ellos. El tirano de Cuba, Fidel Castro, y su hermano,
han permanecido por 49 años en el poder a pesar de haber
empobrecido totalmente el país. Para ellos lo que importa
no es el mejorar las condiciones de vida del pueblo cubano, sino
el controlar completamente al pueblo. No es la libertad del pueblo
cubano, sino el poder absoluto.
Muchos han mantenido la política de que, tratando
de llegar a un arreglo con la dictadura, se mantendrían la
estabilidad y el orden. Dondequiera que el ser humano tiene el derecho
a decidir, a escoger, la decisión es la misma: libertad,
no tiranía; democracia, no dictadura; el estado de leyes,
no la policía secreta y represiva.
La libertad es un regalo de Dios a la humanidad.
Y lo es, claro está, para Cuba.
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