3 de enero de 2008

Democracia y libertad para Cuba


MANUEL CEREIJO


Las elecciones no son una prueba verdadera de una democracia. Son sólo un instrumento, que puede ser aplicado bien o mal.

Lo mismo sucede con una constitución. Las elecciones pueden ser insignificativas en manos de un tirano. Ejemplos de esto lo vemos en Cuba, Irán, Irak durante Saddam Hussein, China...

Las elecciones que no restringen el número posible de candidatos para una misma posición no son necesariamente más democráticas. El hecho de que haya muchos candidatos a escoger no necesariamente significa que las personas tengan la libertad para escoger. La libertad social y política es esencial para una elección.

Dada esta posible confusión, ¿pueden las elecciones ser utilizadas para diferenciar entre una sociedad democrática y una que no lo es? Ciertamente sí, siempre que tengamos en consideración que para que una elección sea libre debe celebrarse en un ambiente donde las personas sean libres de expresar sus opiniones sin temor a ser arrestados, oprimidos o incluso físicamente dañados. Es muy sencillo, las elecciones libres sólo son posible en sociedades libres.

Debido a esto es que las elecciones no son nunca el principio de un proceso democrático. Sólo cuando las instituciones básicas que protegen a una sociedad libre están afianzadas firmemente --tales como cortes independientes, partidos políticos-- pueden unas elecciones libres tener lugar. Un país que no tenga libertad, pero que sostenga una elección, no debe considerarse por esa sola razón un país democrático.

Después de la derrota de Hitler, los Estados Unidos y otras tropas aliadas de ocupación decidieron muy inteligentemente no celebrar elecciones federales en Alemania hasta después de 4 años de la derrota de las fuerzas alemanas. Si las elecciones se hubiesen celebrado en 1945 o en 1946, los esfuerzos por crear una Alemania democrática se hubieran retrasado o fallado. Esto debió haber ocurrido también en Afghanistán y en Irak. Todavía en estos dos países hay porciones grandes de su población que no son libres de expresar sus opiniones sin temor.

Un objetivo primordial para que en Cuba avance la democracia, una vez que el sistema actual sea derrocado, debe ser el preocuparnos menos por apurarnos en celebrar elecciones, a toda cosa, lo más pronto posible, y atender más a crear las condiciones que hagan posible que puedan celebrarse unas elecciones lo más libres posible.

Claro que también puede suceder que unas elecciones libres lleven al poder a personas no democráticas, y esto podemos verlo en la Alemania de 1933 y más recientemente en Venezuela. Estos ejemplos sólo demuestran que toda democracia debe siempre ser protegida, defendida por el pueblo, la prensa, el gobierno.

Los dictadores no dependen del pueblo, es el pueblo el que depende de ellos. El tirano de Cuba, Fidel Castro, y su hermano, han permanecido por 49 años en el poder a pesar de haber empobrecido totalmente el país. Para ellos lo que importa no es el mejorar las condiciones de vida del pueblo cubano, sino el controlar completamente al pueblo. No es la libertad del pueblo cubano, sino el poder absoluto.

Muchos han mantenido la política de que, tratando de llegar a un arreglo con la dictadura, se mantendrían la estabilidad y el orden. Dondequiera que el ser humano tiene el derecho a decidir, a escoger, la decisión es la misma: libertad, no tiranía; democracia, no dictadura; el estado de leyes, no la policía secreta y represiva.

La libertad es un regalo de Dios a la humanidad. Y lo es, claro está, para Cuba.


 
 
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