Crónica           IMPRIMIR
1 de enero de 2008

Sólo le pido a Dios

Yosvani Anzardo Hernández, Jóvenes sin Censura

HOLGUÍN, Cuba, enero (www.cubanet.org) - León Gieco logró su composición más popular, porque en ella representó a todos los que por distintas razones la hicieron suya. Es como elaborar un cuadro y ponerlo luego al alcance de la mano de muchos potenciales modelos.

“Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente”. Y es realmente triste que por miedo físico, por temor a complicar la vida familiar, por fe en la mentira y culto al engaño, haya tantas personas capaces de ser indiferentes ante el dolor de los demás y justifican el hecho de no hacer nada con cualquier excusa, como: “nada se puede hacer”, o, “los culpables están fuera de nuestro alcance”.

“Sólo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente, que no me abofeteen la otra mejilla después que una garra me arañó esta suerte”. Somos parte de la injusticia cuando la toleramos por la razón que sea. Jamás existirá una causa lo suficientemente fuerte como para aceptar tanta maldad sembrando odio en nombre del amor, y desarrollar un espíritu masoquista sólo porque esta es la suerte que nos tocó. Resignación no sólo es impotencia, también suele ser cobardía.

“Sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente”. La guerra es más que un monstruo, es un elemento de cohesión capaz de aunar fuerzas antagónicas y de intentar justificar los más sanguinarios crímenes, no en vano en Cuba se habla tanto de guerra, claro, tampoco eso significa que todo el mundo crea que tendremos una, aunque Helena de Troya no ha sido la única causa personal que ha llevado a la guerra a pueblos enteros, y de eso los cubanos también conocemos.

“Sólo le pido a Dios que el engaño no me sea indiferente, si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente”. No existe mayor ni mejor proyección psicológica para un traidor que acusar de traición constantemente a muchas personas, es una compulsión muy difícil de reprimir. Los traidores a menudo logran confundir a muchos e imponerse, y poco a poco y sin necesidad de mucho tiempo, el mundo reconocerá en Joseph Fouché a un traidor menor, ante el hijo de Lucifer, el maestro del engaño, viviendo en este siglo. Y sucederá precisamente porque ya en esta era, nunca se olvida, y lo que se justificaba en los setenta o incluso en los ochenta, hoy todos lo repudian.

“Sólo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente, desahuciado está el que tiene que marchar a vivir una cultura diferente”. Son también muchos los que han tenido que marchar a vivir una cultura diferente, y el número de los que se han ido es pequeño comparado con el número de los que quisieran tomar el mismo camino, porque no ven el sendero que nos ha de llevar al futuro en nuestra tierra. No creas hermano gobernante en la sonrisa del que sufre, porque sólo te está enseñando los dientes. Tú lo sabes, el engaño es hoy una asignatura en proceso de superación en nuestro país.

Que jamás permita que me traicione a mí mismo y mi superstición, esa que no me permite no ser sincero, se transforme en pandemia, y no más, sólo le pido a Dios.

 
 
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