Sólo
le pido a Dios
Yosvani Anzardo Hernández, Jóvenes
sin Censura
HOLGUÍN, Cuba, enero (www.cubanet.org)
- León Gieco logró su composición más
popular, porque en ella representó a todos los que por distintas
razones la hicieron suya. Es como elaborar un cuadro y ponerlo luego
al alcance de la mano de muchos potenciales modelos.
“Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo, sin haber
hecho lo suficiente”. Y es realmente triste que por miedo
físico, por temor a complicar la vida familiar, por fe en
la mentira y culto al engaño, haya tantas personas capaces
de ser indiferentes ante el dolor de los demás y justifican
el hecho de no hacer nada con cualquier excusa, como: “nada
se puede hacer”, o, “los culpables están fuera
de nuestro alcance”.
“Sólo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla después que una garra
me arañó esta suerte”. Somos parte de la injusticia
cuando la toleramos por la razón que sea. Jamás existirá
una causa lo suficientemente fuerte como para aceptar tanta maldad
sembrando odio en nombre del amor, y desarrollar un espíritu
masoquista sólo porque esta es la suerte que nos tocó.
Resignación no sólo es impotencia, también
suele ser cobardía.
“Sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la
gente”. La guerra es más que un monstruo, es un elemento
de cohesión capaz de aunar fuerzas antagónicas y de
intentar justificar los más sanguinarios crímenes,
no en vano en Cuba se habla tanto de guerra, claro, tampoco eso
significa que todo el mundo crea que tendremos una, aunque Helena
de Troya no ha sido la única causa personal que ha llevado
a la guerra a pueblos enteros, y de eso los cubanos también
conocemos.
“Sólo le pido a Dios que el engaño no me sea
indiferente, si un traidor puede más que unos cuantos, que
esos cuantos no lo olviden fácilmente”. No existe mayor
ni mejor proyección psicológica para un traidor que
acusar de traición constantemente a muchas personas, es una
compulsión muy difícil de reprimir. Los traidores
a menudo logran confundir a muchos e imponerse, y poco a poco y
sin necesidad de mucho tiempo, el mundo reconocerá en Joseph
Fouché a un traidor menor, ante el hijo de Lucifer, el maestro
del engaño, viviendo en este siglo. Y sucederá precisamente
porque ya en esta era, nunca se olvida, y lo que se justificaba
en los setenta o incluso en los ochenta, hoy todos lo repudian.
“Sólo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente,
desahuciado está el que tiene que marchar a vivir una cultura
diferente”. Son también muchos los que han tenido que
marchar a vivir una cultura diferente, y el número de los
que se han ido es pequeño comparado con el número
de los que quisieran tomar el mismo camino, porque no ven el sendero
que nos ha de llevar al futuro en nuestra tierra. No creas hermano
gobernante en la sonrisa del que sufre, porque sólo te está
enseñando los dientes. Tú lo sabes, el engaño
es hoy una asignatura en proceso de superación en nuestro
país.
Que jamás permita que me traicione a mí mismo y mi
superstición, esa que no me permite no ser sincero, se transforme
en pandemia, y no más, sólo le pido a Dios.
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