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26 de diciembre de 2008
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Dos pianos y una batería

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - No había que pedirlo como hizo Harold, ante un auditorio repleto de jóvenes y melómanos, pero el primer aplauso de la noche en el Teatro Auditorio, del Vedado, fue para el maestro.

El santiaguero Harold Gramatges murió a los noventa años, unos días antes. Sus restos se velaron en el recibidor de este edificio. Su deceso entristeció el panorama musical de la isla y el concierto a dos pianos de los jóvenes talentos, funcionó como la despedida virtuosa al pedagogo.

Por eso se reunieron en la escalinata del Amadeo Roldan, desde horas tempranas de la noche del sábado, profesores de música, alumnos, y hasta la diva Omara Portuondo desde el palco principal, para escuchar a la representación de las dos familias que definen la  elite musical habanera: los López- Gavilán y los Lopez-Nussa. Las familias estarían representadas por Aldo y Harold, dos niños terribles de la música cubana, emparentados en su rigor y talento musical.

Conociéndose ambos desde niños, era la primera vez que se presentaban juntos  ante un público a interpretar sus obras. Por eso, las expectativas antes de comenzar el concierto eran altas y la promoción corrió a viva voz por la ciudad.

El primero en sentarse ante el auditorio, cerca de las nueve de la noche fue Harold. Presentó la velada e interpreto dos de sus piezas marcadas por el virtuosismo y la aguda sensibilidad.  Su primera pieza fue, Herencia. Un diseñado homenaje a su genealogía musical. Levantó al público que abarrotaba hasta los pasillos. 

Luego se incorporo el siempre sonriente Aldo López-Gavilán.  Emulando a su partner, interpreto música de su autoría, marcadas por su influencia africana y esa mezcla de nuevos timbres, con el apoyo del virtuosismo del que hace gala.

Luego el clímax, cuando tanto Harold como Aldo, en sus pianos, improvisaron conduciendo al delirio a los presentes.

No completa la noche, se sumo el hermano menor de Harold, Adrián, con el drums. Baterista de talento como su padre, el delfín  reafirmó con aptitud y competencia que tiene en su ADN la sangre  de los López –Nussa.  De casta le viene al galgo, como dice el refrán.

Siempre sonriente, Aldo López-Gavilán regresó al micrófono para recordar a los presentes que esa noche, 20 de diciembre era su cumpleaños, y fue aclamado cuando todos, entusiasmados, entonaron el tradicional Happy Birthday, en versión castellana.     

aleagapesant@yahoo.es

 

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