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16 de diciembre de 2008

 

OPINIÓN
 

Los derechos del perro


Gerardo Marinas


LA HABANA, Cuba, diciembre, (www.cubanet.org) -El 10 de diciembre se celebró el aniversario 60 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En un programa televisivo se hizo alusión a esta fecha, más un recordatorio de los derechos humanos que en la actualidad se preservan en Cuba, tales como el derecho a la alimentación, el derecho a la atención médica, a la práctica de deportes, etc.


Hoy estoy observando detenidamente a nuestro perro, el perro de la familia, antaño inconsecuente con la libre circulación de cualquier animal en el ámbito hogareño, respetuoso sin embargo con todos los humanos que nos visitaron, y ahora muy viejo y achacoso e incapaz ya de matar siquiera una cucaracha. Recuerdo que desde cachorro fue bien alimentado, se llevó periódicamente al veterinario y se inmunizó incluso con vacunas traídas desde el extranjero. Recibió entrenamiento acorde a su raza y posibilidades por lo cual ganó un concurso nacional en su categoría. Como ha sido un perro fiel, obediente y cumplidor de las normas del hogar, siempre ha tenido el respeto y la consideración a que un perro puede aspirar y hasta quizás un poco más de lo que un perro disfruta en otros ámbitos. Infiero entonces que a nuestro perro se le han respetado y respetan no solo los derechos de perro sino hasta los Derechos Humanos.


Claro que hay cosas que no le hemos permitido a nuestro perro porque, o serían dañinas para él, o para la familia en el seno de la cual vive, o para ambos. Así, no se le ha permitido la libre circulación fuera de la casa; reunirse con otros perros del vecindario; ladrar libremente, salvo en los casos de alarma por algún peligro o presencia de indeseables en el hogar; comer alimentos no permitidos o perjudiciales para él; reproducirse según sus instintos; dormir sobre camas o muebles; y otras que no estarían acordes con lo que nosotros creemos que debe ser la conducta de un buen perro. Otras cosas impensables, como elegir el hogar donde asentarse, la entrada y salida a la casa de forma incontrolada, afrontar el riesgo de coger garrapatas u otras enfermedades caninas, quedan fuera del ámbito de discusión para el caso de nuestro perro.


Alguien podría alegar que otros perros en otras casas pueden hacer lo que a nuestro perro le está prohibido, pero el bienestar y la salud de nuestro perro no se pueden poner en juego por el capricho de quienes prefieren el libertinaje de los perros al sacrificio de hacer que un perro sea un ejemplar bien entrenado, y que responda a las expectativas de la familia.

REVISTA CUBANET
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