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9 de diciembre de 2008
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Eternamente pobres

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - La pobreza en Cuba es un acápite en los fundamentos del socialismo; una necesidad del poder para conservar las riendas del control social. Las penurias están reguladas, bajo el chequeo de burócratas y estrategas para que no haya discontinuidades ni dilaciones.

Todo forma parte de un proyecto de dominación a largo plazo. Nadie en la Isla muere de inanición, la hambruna sólo es probable en la mente de los que suelen gastarse las neuronas en ampliarle el perímetro a la tragedia. Existen zonas bajo la soberanía del hambre y la escasez, no obstante, hay rutas de escape entre la conformidad, la astucia y los estrechos senderos de la suerte.

En innumerables zonas de la capital y en áreas rurales del interior del país, se experimentan las secuelas más dramáticas del desabastecimiento. Allí las alternativas se difuminan en un mar de adversidades. En esos territorios, a falta de casas hay chozas, el desayuno es mínimo, el almuerzo sobrio y la comida una casualidad. Para cerrar el círculo de la miseria, el televisor- si lo hay- es en blanco y negro. Lo único nuevo es el refrigerador entregado en el último arranque populista del Estado.

Por otro lado, el mobiliario en perpetua decadencia, y como arma contra la impiedad del sol, un ventilador en el límite de su valor de uso.

Para miles de cubanos la libreta de racionamiento es la vara para mantener el equilibrio en la cuerda floja. Remedia la incertidumbre y calma parcialmente las inquietudes del estómago. Se le mira con indiferencia desde las filas de los más hábiles en el juego de la supervivencia y con adoración del lado de los que han quedado en los márgenes de un experimento político con la identidad estropeada.

Los pillos de éxito, los especuladores habituales y las personas con familiares en el exterior, llevan ventaja en la carrera delante de esas fieras que la revolución ha soltado para que muerdan el cuerpo y el alma.

Las penurias son parte de la soldadesca del partido único. Son los batallones invisibles desperdigados por toda la nación para que asedien y sometan la voluntad del pueblo. Sistematizar la zozobra ha sido uno de los logros de mayor relieve en la historia de los últimos 50 años. De ahí, la unanimidad y el miedo, la resignación o el empeño de irse para cualquier sitio fuera de las fronteras insulares.

Hace unos días, un amigo me dijo que el almuerzo y la cena de varios de sus vecinos consistían en arroz y malanga. No me resultó rara la afirmación, a pesar de detallarme la alarmante vigencia del menú.

Conozco historias semejantes, diría que con una carga superior de dramatismo. No existen justificaciones creíbles que aclaren el origen y la conservación de una miseria mucho menor que la de Burundi, pero que lastra y humilla.

Cuba no tiene un pasado tribal, exhibe algunos adelantos dentro de la geografía del Tercer mundo. ¿Cómo se explica que el número de médicos e ingenieros per cápita se equipare a las cifras obtenidas por países desarrollados, y en cambio haya sido imposible alcanzar la autosuficiencia alimentaria en un país con condiciones climáticas y culturales favorables a una destacada producción agrícola?  

Rememorando la descripción que me hizo mi amigo de la precaria alimentación de sus vecinos, olvidé indagar sobre si la ingestión era con o sin aceite. Un dato que en Cuba llega a ser relevante. ¿Qué está pasando en el paraíso caribeño del proletariado?

oliverajorge75@yahoo.com

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