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3 de diciembre de 2008
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Pedro el Grande y Raúl el pequeño

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - El buque de la Armada rusa Pedro el Grande es tan colosal que no pudo anclar en la rada del puerto de La Guaira, cerca de Caracas. La maniobra estaba prevista en el protocolo de la visita militar, que incluía la presencia del Presidente ruso V. Medvedev y del gobernante de Venezuela Hugo Chávez.

De Suramérica, Medvedev se dirigió sin buques de guerra a La Habana, donde lo recibió el  Presidente Raúl Castro, que lo lisonjeó constantemente, mientras se aferraba a su brazo y no dejaba pasar por alto ante la prensa su euforia por la aparición del visitante.

La presencia de Medvedev en el Caribe es parte de una estrategia de penetración diplomática en el sur del continente, que implica la presencia de al menos dos delegaciones del más alto nivel lideradas por el Presidente y por el Canciller Serguei Lavrov. Ambas visitaron en esta ocasión al menos cuatro países: Perú, Brasil, Venezuela y Cuba.

Antes de 2008, visitaron a Cuba tres presidentes rusos-soviéticos: Leonid Brezhnev, de origen Moldavo (1974); Mijail Gorbachov (1989), y Vladimir Putin (2000). Por eso, la visita de Medvedev se ubica en las relaciones que hace 50 años La Habana mantiene con Moscú en dependencia de la posición estratégica de la isla, más que en la visión ideológica sugerida por algunos analistas.

La debilidad económica de la isla, acrecentada por la presencia de tres huracanes devastadores en muy poco tiempo, así como la nominación de segundo país con mayor deuda ante el Club de Paris, más de treinta mil millones de dólares, la hace presa fácil de los depredadores imperios emergentes, quienes dan créditos blandos para mantener una presencia que les permita influir en el área.

Es el caso de las visitas recientes de otros dos presidentes, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Hu Jintao, de China, en franca competencia con el ruso Medvedev. En esta emulación por obtener los favores de la llamada “llave del golfo”, no se descarta al populista venezolano Hugo Chávez. 

Sin embargo, más allá de los honores, los preferidos son los líderes de naciones con historial comunista.  De  ahí que el pequeño presidente cubano le  entonara al asiático una canción en mandarín, dedicada al “Gran Timonel” Mao Zedong, e inaugurara el edificio de una iglesia ortodoxa rusa, donde encendió un cirio en compañía de Medvedev.


Con muchas invitaciones al exterior (Brasil, Rusia y China, habrá que esperar para saber cómo será el comportamiento de quien le susurró al oído a Sean Penn, que le gustaría reunirse con el presidente electo de los Estados Unidos en terreno neutral.

 

 

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