20 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Vivir en el monstruo

José Manuel Caraballo Bravo, APLA

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Desde que tengo uso de razón, son muchos los cubanos que han puesto proa al norte para asentarse de por vida en los Estados Unidos. También desde que comenzó mi adoctrinamiento en las escuelas estatales por un régimen que se proclamó socialista en 1961, las lecturas confusas e incompletas me colocaron en la memoria aquella frase de José Martí: "Viví en el monstruo y le conozco las entrañas", que siempre iba ensartada de un sin número de ejemplos negativos contra la nación vecina, lo cual no me dejaba otra opción que odiarla a ella y a sus hijos, o al menos aparentar antipatía hacia el "imperialismo yanqui".

Luego se ramificó la crisis económica y cambiaron a conveniencia algunas frases "revolucionarias". Aquellos que llamaban "gusanos" en la escuela ya no serían llamados de tal modo, sino comunitarios, vendrían de visita a la Isla, perdonados por aquellos que necesitaban manosear el dinero del enemigo.

Los años siguieron pasando y  Cuba siguió desangrándose, mientras nacía una diáspora que se hizo fuerte y solidaria con quienes quedaron atrapados en la Isla, o decidieron enfrentar los males y salvaguardar la patria, para decir: Aquí, si, aquí todavía sobreviven cubanos.

Sin embargo, desde hace algún tiempo algunos coterráneos que retornan para visitar a sus familiares, fundamentalmente salidos en los 90, y que oscilan entre las edades de 40 y 50 años, utilizan una comidilla que se repite o se la hacen repetir: “Aquello está que mete miedo, yo no le aconsejo a nadie que emigre para los Estados Unidos”.

Este fin de semana, uno de esos soñadores que por derecho propio cree en el American Dream, casi le tumba la puerta de la casa a su vecino, quien juega ilícitamente a la bolita:

-¡Oye, Jabao, ábreme rápido, dale!

-¿Qué, acaso te sacaste la lotería?

Que lotería ni lotería, mi hermano. El Colorao vino anoche de la yuma, más gordo que un elefante, me invitó a una cerveza, y me dijo que pasara a recogerte.

Lo ocurrido entre los amigos recorre la ciudad como un suceso insólito. El Colorao, ex profesor de matemáticas, contó a los sociables no sobre los beneficios que normalmente disfruta por vivir en un país desarrollado, sino que disertó sobre la supuesta recesión económica que vive el país más rico del mundo. Y que: "gracias al HP del presidente estadounidense, el señor Bush", ya no puede comprarse con 40 dólares la carretilla de comidas que compraba meses atrás con 20.

Nadie sabe cómo los amigos del Colorao aguantaron la perorata, porque para nada fue espléndido en el brindis. Lo que sí recuerdan fue una pregunta que los dispersó como un rayo, y que el Jabao lanzó con su vena yugular reventándose: 

-¿Y por qué no te quedas en Cuba, coño?

Conozco al Colorao, por eso no me atrevo a decir lo que otros ya especulan, que es uno más del gobierno, y no lo hago por temor alguno, sino por lo difícil que le fue la vida en esta tierra, y por lo dificultoso que le resultó emigrar y realizar su sueño, sobre todo por lo que le ayudé. Mañana diré que me he equivocado, pero hoy dormiré tranquilo, porque al menos le al Colorao la oportunidad de escoger.

 

 

 

 
 
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