13 de agosto de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Rumores  

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Los rumores me persiguen. No puedo esquivarlos. Son parte del audio de una de las pistas del socialismo. Algunas veces leves, abreviados, con el timbre de la veracidad ausente, otras desbordantes, con múltiples réplicas y potencialmente creíbles.

En ocasiones llegan entremezclados lo que dificulta su interpretación. ¿Qué parte de la historia es real y cuáles sus zonas artificiales? En esas coordenadas hay que desenvolverse. No hay alternativas. Adivinar, discriminar, calcular, son tres verbos que indican los caminos posibles para un encuentro con la realidad.

No es que el cubano sea un fabricante nato de suposiciones, tampoco un paradigma del murmullo, el incorregible tergiversador de hechos, no, el problema lo ha creado el régimen con su hermetismo, el deliberado ocultamiento de informaciones, las pésimas coberturas noticiosas donde el parcialismo define un estilo plagado de deficiencias e irrespeto a los destinatarios.

Entre las últimas novedades que causan furor y preguntas de todo tipo, es el presunto retiro de Abel Prieto, el máximo responsable del Ministerio de Cultura en Cuba y también la renuncia de, nada y nada menos, que de Elíades Acosta, el otrora Director de la Biblioteca Nacional y con posterioridad Jefe del Departamento de Cultura del Comité Central del partido comunista.

Hasta el momento nada sobre las supuestas defecciones ha aparecido en la prensa nacional y dudo que de ser ciertas, sean presentadas en público. En caso de que hubiera una exposición de los hechos, estos carecerían de la transparencia requerida. El público, como ya es costumbre, recibiría una versión, previamente ajustada a los deseos de la élite de poder.

Lo más probable es que salgan a relucir “los trapos sucios” de ambos personajes para que el descrédito sea con tinta china y amplificadores de alta fidelidad, es decir a prueba de borrones y percances ambientales que dificulten la audición. No sé si en la era raulista se continuará con ese hábito de apabullar sin misericordia a los herejes de la nomenclatura.

Va y sólo aparecen un par de escuetas declaraciones sin detalles que sirvan para alumbrar toda la causalidad del hasta ahora oscuro asunto. Esperemos por el despeje de lo que hasta el momento es pura especulación.

Es posible que estemos ante la onda expansiva de un rumor sin la más mínima credibilidad, pero también vale preguntarse: ¿Fueron renuncias o remociones?, ¿Qué está pasando en el interior del poder? ¿Comienzan a tomar fuerza las rivalidades? ¿El sector intelectual está exigiendo mayores espacios a partir de una reforma que parece estancada entre los fríos párrafos de la teoría? 

Hay que familiarizarse con estas y otras interrogantes como medida para prevenir sorpresas. Existen discretas referencias que explican de algún modo las tensiones en muchas de las instancias del gobierno.

El último congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) se caracterizó por planteamientos que marcaron un perfil crítico nunca visto. En la mira de un número significativo de los participantes estuvo la debacle institucional casi generalizada. Actividades sensibles como las relacionadas con la Educación, la Salud Pública y las Comunicaciones fueron objeto de fuertes cuestionamientos. Aunque la agenda de las discusiones contó con la anuencia y supervisión de los mecanismos represivos del partido y la policía, el asunto podría habérsele ido de las manos.

Es muy difícil ejercer la crítica sin tocar las bases del sistema. Además, a pesar de las limitaciones, el tratamiento de cualquier temática genera una dinámica que bajo las circunstancias actuales favorece el ensanchamiento entre los deseos de una gerontocracia que apuesta de una u otra forma por el conservadurismo y la mayoría de la población esperanzada en cambios todavía atados al árbol de la retórica.

La banda sonora que el pueblo edita en barrios y avenidas a partir de las omisiones y recatos del socialismo, anuncia la desgracia de Abel y Elíades. Suena con claridad, parece auténtica, pero tengo que encerrarme a meditar. Los rumores andan con el traje de camuflaje a la caza de incautos. Voy por los bordes de las trampas, aguzando el olfato para no caer en el terreno de las seudo apreciaciones. No tengo apuros, la verdad saldrá a la luz. Siempre lo hace a su debido tiempo. 

 

 

 

 
 
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