Crónicas          
30 de abril de 2008

Cuando no vuelan las cigüeñas


Ana Leonor Díaz

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Los investigadores sociales en Cuba están preocupados por la alarmante disminución de la tasa de natalidad y el creciente aumento de la población anciana.

Esos científicos persisten en repetir la explicación que dictan las autoridades del régimen: la tendencia es similar a las pautas que se observan en otras partes del mundo, especialmente los países desarrollados, lo cual induce al error de pensar que Cuba está en los más altos niveles del desarrollo social mundial.

Similar y distorsionada explicación dio el gobierno cubano para justificar en la década del 90 el fenómeno de la prostitución que ya desde los 80 había dado sus primeros pasos: las muchachas cubanas tienen alta escolarización y son libres de elegir una práctica que la costumbre oficial por el eufemismo bautizó como jineterismo.

Cifras oficiales parciales revelaron que una mayoría de mujeres cubanas en edad fértil postergan el nacimiento de un primer hijo: si en la década del 60 una mujer paría tres hijos, ahora la tasa se redujo a 1,5. Mientras que el 55 % de las madres primerizas hoy en día pasan de los 30 años, la cifra en los 80 era sólo de un 20%.

La preocupación de los demógrafos comenzó en los finales de los 90, y ya las proyecciones matemáticas prevén que una quinta parte de la población cubana tendrá más de 60 años en 2020, es decir, en apenas una década.
¿Quién se ocupará de trabajar? Se preocupan ahora los gobernantes.

Una rara encuesta de televisión que entrevistó a media docena de mujeres (unas gestantes, otras menores de 30 años y también a cincuentonas) desmiente el supuesto de los “científicos” del régimen: tener un bebé en la Cuba de hoy es caro. “La alimentación basándose en la carne, frutas, vegetales y cereales resulta prohibitiva” -afirmó una gestante.

El régimen establece una cuota de un litro de leche diario para la población infantil menor de siete años, y la deja en un limbo en esa edad cuando más necesita de esa fuente de calcio para su crecimiento; y tampoco se puede contar con carne de res si los padres no la compran en divisas en las tiendas del Estado.

La carne de res, en ínfima cantidad y calidad, se suministra racionadamente una vez al mes a los enfermos de VIH-SIDA y cáncer, y supuestamente también a las mujeres embarazadas, pero las entregas de cuatro veces en los nueve meses de gestación apenas se cumplen “por falta de disponibilidad”, dicen los regordetes funcionarios. La leche para las gestantes es apenas de dos vasitos diarios.

Si resultan prohibitivos los precios del mercado para comprar vegetales y frutas, más caros son los cereales como maíz, avena o arroz, tanto para alimentar a la madre como para fortalecer las crecientes necesidades de un bebé.

Ello, sin contar los altos precios en divisas convertibles para la compra de un colchón de cuna (80.85 CUC, equivalentes a 100.50 dólares); un paquete de pañales desechables (entre 2 y 6 pesos CUC) o un cochecito plegable (60.65 CUC u 80.85 USD). Las tiendas en divisas son las únicas donde es posible adquirir el ajuar de un bebé, pues el régimen sólo garantiza la venta de una toalla y 10 metros de tela para pañales en pesos cubanos.

Además de la negativa influencia en la composición de edades en la población que envejece cada día sin perspectiva de mejorar, la tendencia de los partos en mujeres mayores de 30 años plantea graves problemas médicos al aumentar las probabilidades de malformaciones y otros defectos congénitos asociados a esos nacimientos.

Otro problema planteado por las mujeres entrevistadas toca uno de los puntos sociales más neurálgicos de la sociedad cubana: la escasez de vivienda en un país donde el déficit habitacional se fijó oficialmente en un millón hace tres años, sin contar que el 50 % de las viviendas construidas están entre mal y pésimo estado y sin perspectivas serias de resolverse.

Es frecuente la situación donde bajo un mismo techo conviven en una familia extendida varias generaciones, con frecuencia hacinadas, lo que deriva en graves problemas como la violencia, marginalidad y a menudo el desempleo, y explica que más de 100 mil cubanos estén recluidos en cárceles por delitos comunes.

La pregunta se reitera: con esta pavorosa situación social ¿quién se anima a traer a un cubanito al mundo? En Cuba no pueden volar las cigüeñas.

 


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