Crónicas          
22 de abril de 2008

S.O.S. Jalisco Park

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Cuando se me ocurrió llevar a Ana María, mi hijastra, al decano de los parques de diversiones de La Habana, el pasado fin de semana, se me aguaron los ojos. Descubrí que prácticamente ya no queda nada de lo que fuera el paraíso en miniatura de los niños de mi generación y de otras generaciones anteriores. Es tal el deterioro general, que Jalisco Park, inmortalizado en una de las canciones del trovador Carlos Varela, corre el riesgo de desaparecer.

Lo único que se mantiene en perfecto estado es la cerca perimetral que de puro milagro no se han robado como sí ha ocurrido en otras instalaciones estatales. Lo otro que no ha cambiado es el viejo custodio, que permanece implacable para que no se tomen fotografías del lugar.

La montaña rusa se descarriló como a la Unión Soviética y ahora parece un viejo trapiche del siglo XIX. Los botes que daban vueltas en un estanque fueron desmontados; los avioncitos sufrieron igual destino. La estrella permanece estática y desmantelada, el carrusel de caballitos apenas logra dar vueltas y el metal cruje como galeón a punto de zozobrar. De los cachumbambés y columpios sólo quedan el óxido y la arena.

Jalisco Park es el centro de diversión infantil más céntrico de la ciudad, pues se encuentra en el barrio El Vedado. No sólo es el más antiguo en cuanto a tecnología, sino no que es uno de los pocos destinado a niños menores de 10 años. De no hacerse algo rápidamente, el parque podría desaparecer en los próximos meses, ya que la única parte del complejo que permanece brindando servicios es un destartalado salón para cumpleaños y la oficina de administración; locales que nadie cree que resistan el próximo ciclón que pase por la ciudad.

Otros parques de diversiones, como el Lenin, situado a varios kilómetros del centro y La Isla de los Cocos, en Miramar, donde se encontraba el antiguo Coney Island, han sido reparados recientemente, utilizando equipos de manufactura china.  No obstante, estos parques restaurados, además de carecer de equipos apropiados para los niños más pequeños, se encuentran en zonas distantes de la ciudad. 

Otros, como el Parque de la Maestranza, en la Avenida del Puerto y uno ubicado en una zona alejada del barrio Alamar, están tan deteriorados como Jalisco Park y muchos padres los descartan por miedo a posibles accidentes. Además, existen una serie de medidas absurdas, como  no permitir la entrada de los padres al área donde juegan los infantes; lo cual ha sido causa de varios accidentes, sobre todo en el parque de la Avenida del Puerto.

Uno de los trabajadores del Jalisco Park dijo a este reportero que las autoridades provinciales  han prometido efectuar una reparación capital y abastecer la cafetería de mercancías para la venta, pero hasta el momento nada se ha materializado. El parque fue cerrado para reparaciones a principios de los 80 y durante la década de los 90, ya en pleno periodo especial.

Me invadió la tristeza al ver cómo no sólo se destruye Jalisco Park; también la ciudad de mi infancia, no para dar paso al progreso, sino para convertirla en ruinas y solares yermos. Pensé que también se han esfumado mis amigos. De los de la escuela primaria sólo quedo yo, de la secundaria apenas cuatro, y del pre-universitario sólo unos pocos quedamos en la isla. Todos, de un modo u otro, han marchado al exilio.

 


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