Crónicas          
16 de abril de 2008

¿Es reparable el socialismo?                 
                                                     
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - ¿Por qué se insiste en recomponer el socialismo? ¿Es posible ponerle timón y motor de arranque a un carruaje de barandas rotas, ejes torcidos y dos pares de mulos exhaustos?
            
La esencia del proyecto no puede saltar el muro de la realidad. Su espacio es la utopía, su género la fábula, el probable desenlace unas volteretas como parte de la coreografía que le proporciona singularidad a la catástrofe.
           
Sencillamente no hay patentes disponibles para hacer andar un artefacto que perdió-por pésima conducción, idealismos trasnochados y voluntad de querer implantar records de velocidad por los caminos de la historia- el rumbo, el sentido común y la mayoría de sus atributos para una locomoción sostenible. A duras penas se mueve. No obstante amenaza con una carrera supersónica con el mismo carromato de antaño al que ya le adosan piezas no compatibles.
         
Dicen los innovadores que es factible un buen impulso y ligereza felina con esos arreglos.
           
Piensan que al socialismo real le basta con unos cambios circunscritos más a lo estético que a una funcionalidad coherente. Dar permiso a los cubanos para alojarse en los hoteles de lujo, permitirle el uso de teléfonos celulares, entreabrir -con sumo cuidado- la ventana al cambio en el ámbito de la producción agrícola, poner a la venta tostadoras y equipos electrodomésticos, entre otros retazos de apertura, no representan en síntesis nada que exhiba un proyecto definido de reformulaciones con vistas a superar el estancamiento.
              
Aunque hay nuevas tonalidades en la superficie, la música de fondo sigue frecuentando los registros del conservadurismo y el mito de que la revolución es sinónimo de victorias y trascendencias eternas.
               
Habrá quienes tengan a boca de jarro la voz de alarma, la firme sentencia de que no se puede reparar un cachivache con tecnología de punta, pero callan por prudencia o por obra de una complicidad tejida con prebendas y otras armaduras obtenidas en la feria que regenta el partido comunista.
                
Si de algo estoy convencido es de la imposibilidad de un salto hacia delante mientras exista la hegemonía de las intenciones por encima de actos marcados por las evidencias.
              
Al margen de una visión integral de las circunstancias, marginados de problemáticas que deberían encabezar las prioridades para llegar a soluciones tangibles y adheridos a parámetros ideológicos que se contraponen -incluso a las tímidas medidas adoptadas-, la élite de poder no parece decidida a una estrategia de cambios estructurales. En su afán por ganar parcelas de legitimidad se suceden un puñado de tácticas para ganar tiempo y mantener engrasadas las poleas que le imprimen dinamismo a las expectativas. Más allá de la dramaturgia hay muy poco que contar.
               
Sin una nueva política de incentivos a la inversión de capital extranjero que permita la entrada masiva de tecnología y experiencia de mercadeo, no existirán las premisas para comenzar una incursión creíble por los senderos de la productividad.
                
¿Cómo alcanzar tasas salariales decorosas? ¿Qué hacer con el subempleo crónico, las indisciplinas laborares y los altos niveles de corrupción administrativa? ¿Es posible remontar todo el cúmulo de dificultades aderezando la obsolescencia con sesgos de modernidad?
                 
Tal como están las cosas, los desperfectos del socialismo cubano no resisten remiendos. La fecha de fabricación (1959- ) basta para buscar otra maquinaria, otras ruedas para amortiguar los inminentes sobresaltos con éxito.
                  
Los caballos y las carrozas sobran en ésta película. Falta un buen motor para superar el atasco y una carrocería que resista los golpes del viaje hacia la solidez económica y la democracia.
                   

Estamos en la era de Internet. Así que manos a la obra a ver si para 2020, con buena suerte, llegamos a la meta.  

 


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