Crónicas          
15 de abril de 2008

170 años de un teatro

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Eduard Otto, viajero alemán del siglo XIX, en sus crónicas de viaje por el trópico, escribió acerca del legendario Teatro Tacón: “El edificio, que se construyó según el plano del teatro de Hamburgo, y que lo supera en grandeza, es muy elegante y gracioso en su interior (…) y todos los palcos estaban ocupados por señoras de lo más elegantes”.


Imposible pasar por alto el testimonio de una de las mujeres cubanas más cosmopolitas, María de las Mercedes Santa Cruz,  la inefable Condesa de Merlín, quien sobre el coliseo del Prado habanero apuntó con orgullo y sin rasgo de disimulo en su libro Viaje a La Habana: “Sólo los primeros teatros de las grandes capitales  de Europa pueden igualar al de La Habana en la belleza de las decoraciones, en el lujo del alumbrado y en la elegancia de los espectadores que llevan todos guante amarillo y pantalón blanco. En Londres o París se tomaría este teatro por un inmenso salón de gran tono”.

Teatrogarcialorca--Lucas-Garve

Sírvanos estos testimonios de la época para desde aquí reconocer la grandiosidad de la construcción y la elevada categoría estética de sus ornamentos.

Fue construido a iniciativa del General Tacón, Capitán General de la Isla, por el contratista Francisco Marty Torrens. Se inauguró el 15 de abril de 1838, con la puesta en escena de la pieza Don Juan de Austria o la vocación del dramaturgo Scribe.

Su capacidad alcanzaba hasta los 3 mil espectadores en un lleno a tope. Para albergarlos, contó con tres órdenes de palco, tertulia, cazuela, parterre.  La sala fue famosa por su acústica, por su araña monumental y un amplísimo escenario de 42,83 metros de largo por 20,68 de ancho.

Francisco Marty vendió el teatro en 1857 en 750 mil pesos a la compañía anónima del Liceo de La Habana, cifra mayor a la que desembolsó en su edificación (200 mil pesos). Al no poder pagar lo adeudado en los plazos convenidos, el inmueble pasó de nuevo a la familia Marty, que lo revendió a los señores Silveira y Cevallos.

En 1910, el inmueble pasa a propiedad del centro Gallego que lo adquiere con el compromiso de respetar las características de la sala, las que al final se perdieron un poco, por lo que la magnífica acústica perdió su elevado nivel.  

Desde principios de siglo XX, hasta los años 60 se llamó Teatro Nacional, sala por donde desfilaron figuras célebres nacional e internacionalmente que contribuyeron a su reputación, a la que no faltaron hechos curiosos como la famosa representación de Aída en la que Caruso, legendario tenor italiano, se aterrorizó por la explosión de un petardo.
Fue sala de ópera tiempo después de construido, función que ocupaba el teatro Alameda.  Por su escenario pasaron cantantes de ópera famosas como Esperanza Iris, bailarinas como Ana Pavlova, actrices como María Barriento, el citado Caruso, Hipólito Lázaro y Titta Ruffo.

Desde hace casi medio siglo, fue rebautizado como Gran Teatro de La Habana, la sala García Lorca es el escenario  fijo del Ballet Nacional de Cuba, la Ópera de Cuba, el Teatro Lírico de Cuba, y más recientemente comparten el escenario de la sala García Lorca,  el Ballet Español de Cuba y la Compañía de Danza Moderna de Cuba. 
Últimamente ha sido objeto de urgentes reparaciones, en techos, paredes y el escenario, que también han sufrido los embates del tiempo sin mantenimiento adecuado.

Lugar de reunión y disfrute para los habaneros desde el siglo XIX, la esquina de San Rafael y Prado guarda recuerdos para cubanos de diferentes generaciones, hasta las más actuales, quienes gozamos de espectáculos realmente maravillosos durante cada función.

 


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