Acullicu en la Habana

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - La mayoría de los cubanos desconocemos en que consisten las jornadas de “acullicu” en Bolivia. Acullicu o mascado de coca, es parte de la tradición cultural de los “indígenas” bolivianos y peruanos, quienes consideran que la hoja de coca en su estado natural no es cocaína.

Angelito es un joven de 24 años que cumplió una condena de cuatro por tráfico de estupefacientes. Se alistaba todos los sábados para las fiestas de “El Recreo”, centro nocturno ubicado en le capitalino municipio San Miguel del Padrón, destinado a actividades bailables. En sus bolsillos llevaba, además de su identificación personal, cigarrillos de marihuana y una veintena de tabletas de barbitúricos.

El negocio marchó bien hasta un día en que el joven se encontraba bajo los efectos de una sobredosis de alcohol mezclado con dos tabletas de fenobarbital de 100 miligramos. Fue sorprendido por un oficial de la policía a la salida de El Recreo. Se le ocuparon dos cigarros de marihuana y algunos dólares. Con diecinueve años de fue condenado a prisión.

El Grupo Operativo de Salud Mental y Adicciones (GOSMA), perteneciente al Ministerio de Salud Pública, debería activar la alerta por las recientes declaraciones del viceministro boliviano de la coca, Jerónimo Meneses.

Ante la presencia de casi mil bolivianos en las celebraciones de “acullicu”, el lunes 10 de marzo, Jerónimo anunció la inversión de 300 mil dólares en un plan que prevé industrializar los diferentes usos de la hoja de coca para la exportación. Según Meneses, el proyecto dará inicio con la elaboración de infusiones que se destinarán a los “mercados firmados” de Cuba y Venezuela.

. El doctor Ricardo González Menéndez, profesor principal de psiquiatría en la Facultad General Calixto García Íñiguez y presidente de la Sociedad Cubana de Psiquiatría, en una entrevista concedida a la revista Bohemia, expresó:

“Cuando alguien se habitúa a consumir una sustancia, sabiendo que es tremendamente dañina, se están preparando las condiciones para después aceptar otras”.

Los jóvenes de bajos recursos tienen a su alcance en los mercados estatales una amplia variedad de bebidas alcohólicas y cigarrillos importados o de producción nacional. En cualquier establecimiento, aún cuando en este no se oferten alimentos periódicamente, el ron y el tabaco no se ausentan de los mostradores.

A pesar de estar saturados por la oferta, los rones y las cervezas de fabricación nacional se producen con alta gradación alcohólica, salvo algunas marcas de bebidas que son adulteradas.  

En otra de sus valoraciones González Menéndez refiere que “en Cuba, alrededor del diez por ciento de los adultos bebe con patrones de consumo inadecuados”.

La falta de incentivos y de espacios recreativos dan al traste con nuevos y riesgosos métodos de drogadicción. Es frecuente en la población adulta mezclar cervezas o rones con sedantes que se venden por receta médica en las farmacias, poción que se convierte en un nuevo elemento toxico.

De materializarse la propuesta del viceministro boliviano de la coca, Jerónimo Meneses, sobre el envío a Cuba de infusiones, harinas o biomedicamentos elaborados a partir de la hoja de coca, quién duda que los cubanos estemos envuelto en una nueva sazón etílica. Ya hemos patentizado algunos inventos en nuestra destilería criolla. De la miel de caña salió el famoso “azuquín” y del alcohol para cocinar el “chispa de tren”. 

Mientras, la Junta de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de las Naciones Unidas pide la prohibición de los usos tradicionales de la hoja de coca en Bolivia y Perú; el plan inicial de los cocaleros será procesar 4 000 toneladas de hoja cultivada.

Para Angelito, la marihuana, los barbitúricos y la infusión de flor de campanilla es cosa del pasado. Otros jóvenes siguen ingeniándoselas en la calles, mezclando e inventando nuevas pociones para pasar una agradable noche de sábado. ¿Qué sucederá con ellos si algún día las celebraciones del “acullicu” se trasladan a la Habana?

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