Crónicas          
14 de abril de 2008

Nuevas medidas

Rafael Ferro Salas

PINAR DEL RIO, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Con optimismo, algunos cubanos recibieron las “nuevas medidas” aprobadas recientemente por el gobierno. Ningún nacional podía visitar hoteles de lujo, mucho menos hospedarse en ellos. Por obra y gracia de las nuevas resoluciones ahora pueden hacerlo, incluso darse el lujo de rentar autos.

Muchos han caído en las redes de la candidez y ven estas medidas como gesto de benevolencia por parte de los gobernantes. Para los escépticos la realidad no va más allá de la fábula infantil del burro y la zanahoria; tentación como premio y garrote para que nadie olvide quien sigue llevando el control.

El primer sitio que visité luego de anunciadas las medidas fue el hotel Pinar del Río, una de las principales de la provincia. Antes de la aprobación de las nuevas medidas no se le permitía a ningún cubano hospedarse allí. Vale decir que al llegar – forzado por la costumbre impuesta- me invadía el temor a la prohibición de acceso por parte de los custodios, pero no hubo obstáculos.

El sitio estaba repleto. Por un momento me vinieron a la memoria las imágenes de la caída del muro de Berlín. La libertad siempre se disfruta aunque sea aparente.

Me llamó la atención la voz de una señora que conversaba con la joven empleada de la carpeta:

-Pero a ese precio no hay cubano que pueda hospedarse aquí.

-A ese mismo precio pagan las habitaciones los extranjeros que nos visitan, señora. Aquí puede hospedarse ahora el cubano que tenga dinero, pero pagando como si fuera extranjero. A fin de cuentas eso era lo que la gente quería.

Llegué a la piscina. En los alrededores hay un bar y una cadena de tiendas. Me senté en un banco. Le hablé a un joven.

-Al que se lo digan no lo cree. Cubanos bañándose en la piscina de este hotel.

-Los que se están bañando ahí tuvieron que hospedarse, amigo. La cosa no es por la libre.

-¿Tú trabajas aquí? –pregunté.

-No, estudio en la universidad.

Un camarero le sirvió una cerveza. Bebió.

-Todo el mundo no tiene dinero para hospedarse ahora en hoteles como este. Prácticamente es un lujo hacerlo. En todas partes del mundo es así. A mí me parece bien que hayan puesto en vigor esas medidas –dije.

-Pero aquí en Cuba el que se quiera dar el lujo de hospedarse en un hotel pagando al mismo precio que pagan los extranjeros se le puede dar la categoría de suicida. Los salarios de la mayoría van acorde con los precios.

-No, señor, no es así –me cortó-. Si una persona se quiere dar un gusto lo tiene que pagar al precio que sea. Ya le dije que en todas partes es así. Lo sé porque leo y estudio.

-Creo que para que podamos ponernos a la altura de esos lugares que tú dices lo primero que tienen que hacer es permitirnos tener nuestra moneda única y con un valor que empareje los salarios que se cobran ¿no te parece?

-Por suerte la mayoría del pueblo no piensa como usted, señor.
Después de abandonar el hotel me fui a un bar cafetería en el que se ofrecen los servicios en moneda nacional. El tema de conversación era el mismo: las nuevas medidas dictadas por el gobierno. Ojalá no cambien de casaca dentro de poco.

 

 


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