Crónicas          
14 de abril de 2008

Cuatro cuchillos

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Cuatro cuchillos de mesa estuvieron a punto de malograrle a Mayra Domínguez la oportunidad, acariciada por años de mudarse a vivir con su familia en Miami.

A pocas horas de tomar el avión, funcionarios del Ministerio del Interior fueron a visitarla, en La Lisa, para ver si dejaba intactas para su incautación -como se lo exige la ley- tanto su casa como todas sus propiedades, desde muebles y equipos hasta los más insignificantes enseres.

Sucedió entonces que según el censo realizado días antes por otros funcionarios del Ministerio del Interior, en la cocina de esta habanera sometida a requisa sin contemplaciones, como un vil delincuente, faltaban cuatro cuchillos. Y así Mayra volvió a ver su proyecto de viaje en el pico del aura.  

Confieso que he debido vencer ciertos escrúpulos para contar esta anécdota. Es tan ridícula que no parece si no uno de esos recursos empleados por los reporteros mediocres para ganarse el potaje jugando a inventar el agua fría. Luego, además de ridícula, también puede parecer poco creíble para quienes no conocen debidamente los tristes casos y cosas de casa.

Por suerte, son ya demasiadas las personas que están al corriente del rosario de humillaciones y absurdidades que debe soportar cualquier cubano cuando decide irse a vivir a otro país, muy en particular a los Estados Unidos, sean cuales fueran sus motivaciones.

Mayra optó por responder al ridículo con el ridículo como única alternativa para impedir que los funcionarios demoraran o interrumpieran sus planes: fue a casa de la vecina a quien había regalado los cuatro cuchillos e hizo que se los devolviera con el argumento de que hasta que no entregara los cuchillos no la dejarían viajar. Y tuvo suerte. Porque así logró sacudirse de una segura frustración. Aun cuando en lo adelante tenga que arrastrar otras frustraciones mayores, también ocasionadas por su decisión de partir en busca de nuevos horizontes fuera de Cuba. 

La primera y la más traumática de tales es la de haberse visto obligada a hacer dejación de su carné de identidad, lo cual, según la sicología canalla de los funcionarios del régimen, equivale a privarla de su estatus de cubana. La segunda es verse condenada al destierro, sin derecho a regresar a su patria en el momento y bajo las circunstancias que ella misma elija de acuerdo con sus libérrimas ganas. La tercera es haber perdido de un tirón sus derechos como ciudadana del país en que nació y creció y soñó y sufrió, y del cual, para sufrir un poco menos, tuvo que alejarse. La cuarta es haber sido despojada como legítima dueña de todas las pertenencias que llenaban su hogar y que eran fruto del esfuerzo de toda su vida.  

Hay más, pero para ilustrar la ignominia tal vez alcancen estos cuatro cuchillos que durante decenios el régimen ha venido clavando en el corazón de los cubanos.

Lo ocurrido a Mayra Domínguez es sólo otra raya para el tigre, una entre cientos de miles, pero cae pintada para traer de nuevo a colación ese pretendido plan para eliminar prohibiciones absurdas que según tanto cacarean los medios de información se está aplicando hoy en la Isla. 

Si se trata de un plan verdaderamente serio y no de otro ejercicio de política cosmética, muy bien debieron empezar por la eliminación de prohibiciones que además de absurdas y tremebundas se empecinan en negarle el merecido reposo a nuestro apóstol Martí, imponiendo justo lo contrario de aquel deseo suyo de que la ley primera de nuestra nación sea el respeto a la dignidad plena de los seres humanos.

 

 


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