Crónicas          
11 de abril de 2008

Sólo un congreso

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - El VII Congreso de la UNEAC terminó y no pasó nada que no estuviera previsto, carta de Fidel Castro incluida. Su organizador, Miguel Barnet, con gorro de cocinero y plumas de tiñosa para aplacar a Osaín, lo advirtió con antelación a los escritores y artistas díscolos que se creyeron cosas en las reuniones preparatorias: “no es un congreso del Partido”.

Fue sólo un congreso de la UNEAC, con un retardo de más de 10 años, en el que al fin se pudo hablar de ciertas cosas. Siempre dentro de la revolución, pero con un poco más de margen. Un congreso del Partido no hubiera sido en estas circunstancias. Lo hubieran  aplazado, hasta tanto se concretara el socialismo democrático, no diez años, sino eternamente.

Miguel Barnet es ya el nuevo presidente de la UNEAC. Él no quería, pobrecito, ahora viajará menos y le será más escaso el tiempo para escribir. Alguien tenía que coger la papa caliente. No hay mejor domador de serpientes que Barnet, que tiene méritos para complacer a casi todos. 

Estaba previsto que el límite cada vez más impreciso de lo que es “dentro de la revolución” se estirara en el VII Congreso como un chicle de zapote, cerelac y pasta dental Perla.

Bajo la mirada atenta de Abel Prieto y Esteban Lazo, durante  4 días se habló de lo planificado y de un poco más. Hasta de discriminación racial se habló. También del abismo que creó la vida entre los gustos de la población y el proyecto cultural de los comisarios. Y muchas boberías, como las de Marilin Bobes sobre la globalización. De lo que no se habló  fue de ideología. ¿Para qué?

Estuvieron en congreso, si no todos los que son, la mayoría de los que están. Santurrones, rehabilitados, incondicionales y los que posan de contestatarios. Estuvieron como los tamalitos de Olga: pican, no pican. Algunos más picantes que otros. Ya son casi indistinguibles. Se conforman con al menos incidir, dijo Leonardo Padura, ya que no pueden decidir el destino del país. ¡Gol!

Alguna vez se dijo que la cultura es el escudo de la nación. El congreso mostró un escudo hecho trizas. Problemas graves en la educación artística, el naufragio de la TV, cines y teatros en ruinas, músicos sin instrumentos ni partituras, pintores sin lienzos, discos de música cubana que los cubanos no pueden pagar, la invasión incontrolable de la chusmería, la avaricia y el mal gusto…

El congreso fue un SOS desesperado por el financiamiento para la gestión cultural. Pronto puede ser tarde. Es trágico que luego de 50 años de catástrofe totalitaria, la cultura cubana sea finalmente engullida por el reggaeton, Corín Tellado, las revistas del corazón, los reality shows de la antena, los culebrones de Televisa y los enlatados de la TV americana.

A pesar del deprimente panorama de la cultura nacional que hace agua y de la santurronería  de algunos intelectuales orgánicos del régimen, no todo fue pesimismo.

El historiador, devenido empresario de Habaguanex SA., Eusebio Leal, trató de ser dramáticamente optimista. Respecto al saldo de estos años de revolución, al concluir su discurso, Leal, como el abate Sieyés, exclamó: ¡Yo sobreviví!

Al parecer, Leal trama su supervivencia política a largo plazo, y hubiera sido más adecuado exclamar “I will survive”, cantado a ritmo de discoteca por Gloria Gaynor.

Emmanuel Joseph Sieyés se las arregló para estar en los Estados Generales, la Convención, el Directorio, el Consulado y el Senado de Napoleón, y librar su pescuezo de la guillotina.

Aunque  la Revolución Cubana dura ya 4 décadas más que la Revolución Francesa, no hay que exagerar. El mérito no es sobrevivir. Algunos sobrevivieron  robando o  chivateando.

De ningún modo es el caso de Leal, que salvó del derrumbe a buena parte de la Habana Vieja y ahora se afana con los barcos que pinta Kcho para que regresen  los desterrados y que no sea sólo para aplaudir al canciller Pérez Roque.

Buen clarinetazo el de Leal para que no impidan que un cabrón campesino se gane un carro con el sudor de su frente, o alguien intente excluir a un negro o un gay.

En la clausura del evento, el presidente del Consejo de Estado, Raúl Castro, flanqueado por Abel Prieto y Miguel Barnet, admitió que no estuvo de acuerdo con algunas de las opiniones emitidas. No obstante, dijo que de las divergencias saldrán las futuras decisiones. De ser así, aunque no haya sido un congreso del Partido, de algo habrá servido el VII Congreso de la UNEAC.

 

 


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