Crónicas          
10 de abril de 2008

Facundo el diplomático

Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Facundo Santana, el hombre sin pelos, fue un hombre de cartón que contaba historias a los muchachos y disfrutaba de su asombro.
En el barrio éramos siete u ocho muchachos y Facundo venía poco, porque era diplomático en México, pero como sus historias eran interesantes inventamos uno de cartón.

El juego en las noches consistía en que cada cual contaba una historia y el origen de todas se la endilgábamos a Facundo el diplomático.

Según Facundo, él perdió todos los pelos porque se los arrancaron en el tiempo de Batista y luego con los años lo mandaron para México por su parecido con los perros chinos; que llaman así porque son lampiños, pero en verdad son mexicanos.
En el año 1952 compró un Ford de 1928 que aún camina. Se trata de una maravilla, hace treinta kilómetros por galón. Como ven no está tan lejos de un Lada y cuenta con los neumáticos originales.

En la oficina del historiador de La Habana quisieron cambiárselo y él no estuvo de acuerdo con el cambio, por eso ahí está el viejo Ford. Un día quisimos pasear en él, porque en un país donde viajar es tan difícil el que tiene carro es rey. Si no fuera por el cranque todo hubiese estado bien, pero al final del viaje los brazos se te quieren caer.
Con el tiempo los muchachos del barrio perdieron interés por las historias y la culpa la tuvo la aparición repentina de hembras jóvenes en el otro barrio. Nadie sabe de dónde salieron, porque hasta hace muy poco allí sólo había niñas desgreñadas que corrían en blumers por la calle y nadie las miraba.

De cualquier forma la cosa es que las noches nunca más volvieron a ser las de antes y el Facundo de cartón terminó debajo del piso de mi casa que, por haber sido construida por jamaicanos, era de madera, de piso alto montada sobre pilotes. Aquel era nuestro refugio.
En el barrio se hablaba el inglés porque toda esa zona era de los jamaicanos y sus pichones tenían una iglesia y hasta un cónsul; y por ello en nuestras historias se intercalaban palabras que en los demás barrios nadie entendía.

Con el tiempo nunca más volvimos a saber del verdadero Facundo, su hijo también se hizo diplomático pero las historias de este son muy distintas a las del padre y no se reúne con los muchachos.

Hoy supe que Facundo cayó en desgracia y que se atrevió a escribirme, quiere que le cuente sus historias y sugiere que enviemos una misión diplomática al cielo encabezada por él para que los ángeles intercedan por los cubanos.

Facundo sintió como si fuese un bálsamo la lluvia fina y copiosa que entró por las persianas tipo Miami, y que en poco tiempo empapó su cabeza y el pecho. Los ojos cerrados y la expresión de satisfacción detuvieron por un instante a la nieta cuando alarmada se apresuró a cerrar la ventana. Facundo se ha vuelto un hombre de pocas palabras y escribe cartas que cree enviar.

En su viejo balance mece ideas que luego escribe pero que no tiene con quien compartir. El gato Mustafá lo observa y hace una semana que no se aparta de él, tal vez sepa algo que los demás ignoran. Facundo se va a morir sin conocer sus historias.

 

 


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