Crónicas          
7 de abril de 2008

Preso por cuenta propia

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - No puedo salirme de los límites de la desconfianza. Es un espacio con muchos candados y cerrojo adicional. A mi encierro llega la voz del retirado funcionario vinculado al sector cinematográfico Alfredo Guevara. Él niega la posibilidad de “que pueda construirse una sociedad a partir de dogmas, empecinamientos y desconocimiento de la realidad”. Le sigue el tono elocuente de la escritora y periodista Marilyn Bobes que pone en el colimador la programación de la televisión. Esgrime términos como frivolidad y aburrimiento con la idea de detallar lo que sucede en las proyecciones de la pantalla chica.

Por su parte, el Premio Nacional de Literatura, Reynaldo González, arremete contra el pésimo estado de la pedagogía en Cuba. Describe un desastre en el que salen a relucir la falta de preparación de los profesores, las pésimas conductas de los alumnos y la violencia verbal que de hecho forma parte indivisible del comportamiento de muchos jóvenes. No logro descubrir entre las exposiciones alguna fórmula para alcanzar la solución. Solo planteamientos que van al grano, exposiciones que puntualizan una realidad con demasiadas réplicas en toda la isla.

Echando a un lado la lírica, el poeta Alpidio Alonso arma su discurso con una prosa que devela la problemática en torno a las escasas opciones de esparcimiento para la juventud y la ausencia de rigor de las instituciones para satisfacer tales demandas.
       
Entre el fárrago de señalamientos críticos capto la pregunta: ¿Qué expectativas estamos creando, qué referentes ofrecemos a nuestros niños y jóvenes para formar en ellos mejores virtudes?  Desconozco si Alonso pudo encontrar la respuesta. Aunque según el perfil de la interrogante él puede que la tenga. El uso de la tercera persona del plural lo califica para despejar la incógnita. Entonces, ¿es posible rectificar la dificultad sin tener que escuchar otro ciclo retórico sin más consecuencia que la teatral intervención, unos aplausos de cortesía y la vieja costumbre de ponerle alas y color a las promesas?

Con tales voces se estructura un coro con suficientes credenciales para interpretar las únicas melodías posibles dentro del esquema de crisis que abarca a todo país.

El VII Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), estuvo más cercano a lo auténtico. Hubo debate, planteamientos con cierto grado de osadía e intenciones de aflojar el amarre de la cultura con la ideología. No obstante, considero prematuro batir palmas. Las voces que hoy se esparcen con acierto y soltura, mañana podrían ser cobardes susurros ante la mirada de la policía, el otorgamiento de algún viaje, la entrega de un premio u otra zanahoria. Por otro lado, ¿Quién de los ahora críticos tendrá la entereza de mantenerse firme si el garrote le viene encima?
        
Como ha sido costumbre, a la hora de las definiciones -en caso de que las controversias en el campo intelectual y artístico escalen a un nivel más conflictivo y sobrevenga la represión- viene la retirada táctica, los pactos a conveniencia, las permutas semánticas tan útiles para aclarar la condición revolucionaria y la pasión por el socialismo. “Sólo queremos perfeccionar el sistema”. “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”, son algunos de los medios de protección para andar por los terrenos de la crítica y no accidentarse.
         
Sobre esos pilares deposito mi escepticismo. Mientras no exista un clima de legalidad para el pleno disfrute de los derechos fundamentales, habrá cobertura para las retractaciones, el camaleonismo, la fragilidad moral y muchas actitudes surgidas a partir de la saturación de los miedos.
         

Soy un reo de la suspicacia. Elegí el encierro por razones obvias, pues desde esta celda observo mejor los acontecimientos. El tiempo bastará para acercarme a la libertad o continuar enclaustrado entre mis sospechas.  

 


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