Crónicas          
4 de abril de 2008

Convocatoria

José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - El Banco Metropolitano de Ciudad de La Habana necesita cajeras, y a tal efecto hizo pública una convocatoria.

Las mujeres no pueden tener más de 35 años, y las que sean seleccionadas pasarán un cursillo de entre dos y tres semanas. Y luego, ya en desarrollo de sus faenas, recibirán un salario de 315 pesos mensuales (lo que equivale a menos de 16 dólares) y otros “estímulos” si cumplen con la disciplina laboral establecida.

Pero la cuestión va más allá de lo que parece ser simple dentro de condiciones morales, físicas y de conocimientos académicos necesarios para ejercer ese empleo.

Cuando las interesadas llegan a los lugares previamente indicados para hacer la solicitud, se enteran entonces de otros requisitos que se necesitan, y que no aparecen en la convocatoria pública.

Por ejemplo, las mujeres que están laborando ya en actividades de la llamada “batalla de ideas”, como trabajadoras sociales o maestras emergentes, no tienen derecho a aspirar a ser cajeras en el Banco Metropolitano.

Pero existe otra sorpresa aún mayor para las que piensan sentarse tras una ventanilla de un banco en La Habana. Si deciden irse del país después de estar realizando sus funciones de cajeras, tendrán que esperar entre uno y cinco años a que la presidencia del Banco Central determine otorgarles la liberación de su empleo.

Esto es algo novedoso y que se va por encima de los obstáculos gubernamentales hasta ahora establecidos para impedir ejercer el derecho que toda persona tiene de salir y entrar en su país cada vez que lo estime conveniente.

Se sabe que el personal médico y otros especialistas del sector de la salud pública tienen que esperar entre tres y cinco años para que el ministerio del ramo, tras la solicitud de los interesados, otorgue el permiso de salida del territorio nacional para ir a residir en otro país.

Aunque nunca se ha divulgado, uno de los elementos que se maneja como justificación, es la importancia social del personal de la salud, el tiempo necesario para formarlos –sólo en estudios universitarios son cinco años en la primera etapa- y lo que le cuesta a la nación la formación de esos profesionales.

Pero a la cajera de un banco sólo le están exigiendo como preparación previa un cursillo de tres semanas como máximo, y contar dinero tras una ventanilla en una sucursal bancaria de una zona o municipio. Y esto no conlleva ningún secreto de la economía nacional.

Entonces, ¿cuál será la “justificación” para que si alguna de esas mujeres decide sentar campamento fuera del territorio nacional deba esperar entre uno y cinco años para que el banco le entregue el documento de “libertad?”.

Se trata de un nuevo misterio de la vida social, laboral y política en Cuba, que en su momento habrá que desentrañar.

Por ahora, parece que aquel viejo eslogan muy conocido en una que otra actividad bancaria: “el banco pierde y se ríe, el punto gana y se va”, no está vigente en la Isla.

Ciertamente, la cosa no está para que el banco se ría, y mucho menos para que los “puntos” ganen y se vayan. Y menos aún si se trata de capital femenino.

 


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