Crónicas          
2 de abril de 2008

Tranquilidad ciudadana

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Fue el 11 de noviembre del 2007, a las dos de la madrugada, frente a la policlínica de El Cotorro, al sudeste de La Habana. Al sonar los disparos casi todos salieron corriendo. La riña tumultuaria despertó al vecindario. Alguien llamó a la policía, pero esta llegó cuando los implicados se habían marchado. El lugar quedó desolado. Nadie supo con certeza explicar lo sucedido.

Para no quedarse con las manos vacías, los agentes pusieron en marcha los autos patrulleros en busca de sospechosos. En una calle colindante detectaron a dos  jóvenes que venían de una fiesta y corrían en dirección contraria a los disparos. Uno era abogado. El otro había sido policía. Los detuvieron sin muchas preguntas y los llevaron esposados hasta la unidad de la policía. El primero se quejó del procedimiento. Al segundo le dieron unos pescozones y lo acusaron de atentado.

El juicio se celebró el 19 de marzo de 2008 en el Tribunal municipal de El Cotorro. La vista no concluyó pero me pareció interesante. Hubo dos historias contrapuestas entre uno de los agentes y un testigo excepcional.

El testigo expuso que los agentes procedieron mal en el desempeño de sus funciones, pues se excedieron al punto de llegar a la violencia injustificada. “No hubo atentado, nadie les impidió cumplir sus obligaciones. Las protestas se debieron al maltrato. Estaban predispuestos”.

El acusado, un ex policía, reconoció que se molestó con los agentes porque éstos no respetaron el procedimiento de detención conocido por él, lo cual provocó la violencia contra su persona. “Irónicamente yo soy el acusado y ellos los agraviados”. 
 
La vista fue suspendida para tomar declaración a un agente que no compareció. Me quedó la incertidumbre por el resultado del proceso. ¿Estamos realmente protegidos por quienes velan por la “tranquilidad ciudadana”? ¿Acaso son infalibles los agentes del orden?

Los policías actúan bajo presión y tienen derecho a equivocarse, pero no deben tratar a todas las personas como a delincuentes comunes. ¿Cómo es posible golpear a un detenido y luego acusarlo de atentado a la autoridad.

 


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