Los viajeros
sin destino
Rafael Ferro Salas, Abdala Press
PINAR DEL RÍO, octubre (www.cubanet.org)
- La policía aumenta por día los registros a la población.
Viajar de un sitio a otro es un reto que pocos se atreven a enfrentar.
Las autoridades anunciaron la entrada en servicio de un lote de
ómnibus marca Yuton, de fabricación China. Serían
utilizados para reforzar las rutas de viajes hacia La Habana. Al
principio todos se alegraron, pero después surgieron los
inconvenientes.
Los pasajes cuestan 33 pesos. Cuando hay necesidad
de viajar se puede llegar a ese precio haciendo un esfuerzo y teniendo
en cuenta el salario que uno gana. Pocas veces el viajero logra
obtener en las ventanillas de ventas de pasajes los boletos al precio
oficial. Nunca hay pasajes, pero aparece el boleto cuando uno paga
un precio por encima del estipulado. Esta es una situación
que se presenta en todas las terminales de ómnibus cubanas.
Pero los viajeros cubanos enfrentan un inconveniente
mayor y de alto riesgo: los registros policiales a toda hora y en
todas las rutas de viajes. Todo el mundo es registrado y todos llevan
la categoría de sospechosos. En un día de viaje hacia
La Habana usted puede ser sometido a tres o cuatro registros policiales
en diferentes tramos de la ruta. Muchos de los registrados no llegan
al final del viaje, son detenidos por la más leve sospecha
y llevados a las estaciones de la policía.
La categoría de sospechoso la alcanza el
viajero por las más disímiles razones. Desde un bulto
con dulces en conservas hasta un caja con alimentos. El delito mayor
es que le localicen al viajero un paquete con productos del mar
o carne de res. En una isla le han prohibido a los habitantes consumir
productos del mar como langosta, bonito, pargo y otros. El consumo
de carne de res está estipulado como delito mayor y las condenas
a los implicados pueden llegar hasta los 25 años de cárcel.
Cuando los uniformados detectan en las pertenencias
de un viajero uno de estos productos no investigan. De nada le sirve
al implicado dar explicaciones que demuestren el origen legal de
su mercancía. En el mejor de los casos el viajero está
obligado a pagar altas sumas de dinero por concepto de multas; en
el peor es llevado a la cárcel por un tiempo prolongado.
Casi siempre el destino de estas mercancías
ocupadas son las mismas estaciones de la policía. La mayoría
de las veces los gendarmes consumen en esos lugares los productos
que les fueron quitados a los ciudadanos. Es muy famoso algo ocurrido
a una periodista un 31 de diciembre. Al padre de la periodista en
cuestión le fue ocupado un pavo durante un viaje, y confiscado.
En horas de la noche la comunicadora se personó en la estación
de policía y reclamó el ave. Le devolvieron el pavo,
pero ya lo tenían adobado y listo para la cena policial.
Por razones obvias la reportera no hizo denuncia alguna y todo quedó
en familia.
También se dan los casos de viajeros
que llevan medicamentos a familiares en otras localidades y les
son ocupados sin darles ninguna explicación. Sacando la cuenta,
siempre lleva las de perder el ciudadano común. Viajar es
una pesadilla, súmele entonces el costo de un pasaje pagado
a sobreprecio y agregue la pérdida de sus productos más
la multa impuesta o el posible encarcelamiento. Desde que usted
entra a un ómnibus en Cuba se está metiendo en la
piel de un condenado, conectado a un itinerario con destino incierto
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores,
y autoriza la reproducción de este material, siempre que
se le reconozca como fuente
|