La
zafra que viene (I)
Fabián D. Arcos
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) -A cinco años
de la llamada “reestructuración azucarera”, la
otrora primera industria de Cuba presenta un cuadro desolador. El
proceso de descapitalización muestra sus efectos. La zafra
cubana es la mejor demostración del descalabro económico
de la nación.
Con una potencialidad de diez millones que nunca
alcanzó, la primera industria podía producir, en sus
mejores momentos hasta ocho millones de toneladas. La reestructuración,
que eliminó la mitad de los ingenios existentes por ineficientes,
deshaciéndose de las tierras menos productivas, pasó
a una potencialidad de cuatro millones, que todo indica que tampoco
alcanzará.
Las estadísticas son evidentes:
Producción de azúcar base 96 por años,
en millones de TM, y rendimiento industrial en %.
2000
... ... 2001 ......
2002 ...... 2003
...... 2004 ...... 2005
...... 2006 .... .. 2007
4,050 .. ...3,555
......3,600 ..... 2,251
......2,520 ..... 1,260
..z. 1,170 ... .. 1,160
11.7 ... .... 11.0
... ... 10.4 .... . 10.2
.... ... 9.55 ..... . 10.9
.. .... 10.7 ........ 10.0
La producción y los rendimientos de los últimos 3
años son estimados, ya que el gobierno no ha divulgado los
resultados. La producción de 2007 se estimó que pudo
ser entre 1.160,000 y 1.140.000 toneladas.
Si en 2000 la producción fue la mitad de lo
potencial, en 2007 se bajó en ese índice, lo que demuestra
la ineficiencia en todos los sentidos.
La alta cotización del azúcar en el
mercado internacional obligó al gobierno a reabrir algunos
ingenios cerrados y aumentar en el 28 % los volúmenes de
cañas a cultivar. Para ello destinó varios millones
de dólares a la compra de equipos e insumos para lograr el
tan esperado despegue prometido en la reestructuración.
No obstante, en la pasada contienda sólo funcionaron
51 centrales y de ellos sólo 17 cumplieron sus planes. Y
a nivel de provincia sólo dos lo lograron, Cienfuegos y Matanzas.
De una meta entre 1.5 y 1.6 millones de toneladas en todo el país,
sólo se logró 1.16
A finales de agosto de este año se informó
que Camaguey activará seis de sus ocho industrias, y planificaron
el inicio y fin de la molienda entre enero-abril de 2008. Si bien
se espera que la falta de caña no sea un problema, debido
en lo fundamental a los grandes volúmenes que en la anterior
dejaron de molerse, las fuertes lluvias de finales de octubre y
las provocadas por la tormenta tropical Noel pueden haber afectado
a numerosos sembrados.
Para la próxima zafra se estima que el número
de ingenios trabajando sea similar al de 2007. Y si las adversas
condiciones climáticas de la cosecha concluida condicionaron
que la zona oriental tuviera un malísimo desempeño,
las condiciones actuales no anuncian que serán mejores. A
todo ello se une que el transporte y la maquinaria agrícola
para el corte y tiro de la caña están prácticamente
colapsados.
Los pronósticos más optimistas entre
los especialistas que siguen la actividad señalan una producción
cercana al millón y medio de toneladas, lo que sería,
según ellos, un éxito significativo. Pero, en medio
de tantas calamidades, ¿será posible parar la caída
de la industria azucarera e iniciar una lenta recuperación?
Mientras tanto, el país tendrá que
seguir importando azúcar para satisfacer las necesidades
de su población, calculada en 700 mil toneladas. Si en 2004
se compraron 58,573 toneladas y en 2005 la cifra ascendió
a 135,065, en 2006 la importación era de 238,997 toneladas,
pagadas a los altos precios del mercado internacional. Todo eso
para garantizar las cantidades de azúcar vendidas a China
para el pago de la deuda.
¿Por qué si los altos precios del azúcar
en el mercado internacional se vislumbran no como una situación
coyuntural sino estructural, el gobierno no enfrenta la revitalización
de la industria que tanto capital humano tiene desperdigado en otras
actividades económicas?
La falta de voluntad política de la
dirección del país es la causa principal de este craso
error que las generaciones venideras no perdonarán. A contracorriente
siguen nadando en el campo económico los jerarcas del régimen,
que confían más en los petrodólares de Chávez
que en las potencialidades inigualables de esta tierra para producir
la planta que más perspectivas tiene en la economía
mundial presente y futura.
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