29 de noviembre de 2007
 
 
Crónica            
29 de noviembre de 2007

En el baño de Manto Negro

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba,noviembre (www.cubanet.org) - Poco he escrito sobre mi año de prisión en Manto Negro. Mis angustias por mis pequeñas hijas solas en casa, aquel ambiente deprimente, rodeado de mujeres que la fatalidad las llevó a matar, incluso a sus seres más queridos, la soledad de una celda, los gritos de las desesperadas…

Pero lo que más hirió mi sensibilidad fue algo que acabo de recordar, mientras leo un reportaje en el periódico Juventud Rebelde sobre la destrucción de miles de libros valiosos pertenecientes a la Biblioteca Municipal de San Juan y Martínez, de la provincia de Pinar del Río. 16,513 ejemplares exactamente, fueron llevados al fuego, que incluía, según dice la información, textos de José Martí, José Antonio Saco, Emilio Roig de Leuchsenring, etc.

Todo desapareció producto de la despreocupación de las autoridades nacionales, la traza, las filtraciones de los techos, la humedad, y el hongo.

Dice este diario oficialista que en un país que universaliza la cultura y prioriza proyectos para promover la lectura como tesoro de sabiduría, sorprende lo ocurrido en un municipio pinareño, donde, miles de libros han sido convertidos en materia prima.

Si la autora del artículo pensara en los miles de libros que durante casi medio siglo de dictadura castrista han sido llevados a la hoguera por considerarse nocivos al sistema, se sorprendería mucho más. Recordemos sólo dos: Fuera de Juego, de Heberto Padilla y Los siete contra Tebas, de Antón Arrufat.

Y mucho más se sorprendería si supiera que en la Prisión Occidental de Mujeres, más conocida como Manto Negro, las presas se ven obligadas a calentar el agua del baño con las páginas de los libros que sacan de la Biblioteca del Penal.

Debo confesar que en 1989, pasando allí unas largas vacaciones en una celda que en los meses de verano era un horno y en los de invierno un congelador, todo por pedir un plebiscito a través del partido pacífico que entonces representaba, sufrí a mares, como si estuviera cometiendo actos de canibalismo: Pude bañarme en los días de crudo invierno, lo confieso, llevando al fuego páginas de Rojo y negro, una de las novelas capitales de Stendhal, La Divina Comedia, de Dante, Ana Karenina, de León Tolstoi y muchas otras obras. Los que menos lamenté, es la verdad, eran los discursos comunistas y algunas pésimas novelas y cuentos de escritores contemporáneos cubanos.

Me dicen, y esto es importante, que esa forma de bañarse entre las mujeres de Manto Negro continúa. Allí no han repartido tirabuzones para calentar un cubo de agua y mucho menos han instalado calentadores eléctricos.

Sinceramente, bañarse en una celda fría con un cubo de agua helada no es nada fácil. Imagínenlo por un momento y verán que hacen una hoguera, sin pena alguna, con todos los largos discursos del Comandante en Jefe, más sus últimas reflexiones.

 

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