En
el baño de Manto Negro
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba,noviembre (www.cubanet.org) - Poco
he escrito sobre mi año de prisión en Manto Negro.
Mis angustias por mis pequeñas hijas solas en casa, aquel
ambiente deprimente, rodeado de mujeres que la fatalidad las llevó
a matar, incluso a sus seres más queridos, la soledad de
una celda, los gritos de las desesperadas…
Pero lo que más hirió mi sensibilidad
fue algo que acabo de recordar, mientras leo un reportaje en el
periódico Juventud Rebelde sobre la destrucción de
miles de libros valiosos pertenecientes a la Biblioteca Municipal
de San Juan y Martínez, de la provincia de Pinar del Río.
16,513 ejemplares exactamente, fueron llevados al fuego, que incluía,
según dice la información, textos de José Martí,
José Antonio Saco, Emilio Roig de Leuchsenring, etc.
Todo desapareció producto de la despreocupación
de las autoridades nacionales, la traza, las filtraciones de los
techos, la humedad, y el hongo.
Dice este diario oficialista que en un país
que universaliza la cultura y prioriza proyectos para promover la
lectura como tesoro de sabiduría, sorprende lo ocurrido en
un municipio pinareño, donde, miles de libros han sido convertidos
en materia prima.
Si la autora del artículo pensara en los miles
de libros que durante casi medio siglo de dictadura castrista han
sido llevados a la hoguera por considerarse nocivos al sistema,
se sorprendería mucho más. Recordemos sólo
dos: Fuera de Juego, de Heberto Padilla y Los siete contra Tebas,
de Antón Arrufat.
Y mucho más se sorprendería si supiera
que en la Prisión Occidental de Mujeres, más conocida
como Manto Negro, las presas se ven obligadas a calentar el agua
del baño con las páginas de los libros que sacan de
la Biblioteca del Penal.
Debo confesar que en 1989, pasando allí unas
largas vacaciones en una celda que en los meses de verano era un
horno y en los de invierno un congelador, todo por pedir un plebiscito
a través del partido pacífico que entonces representaba,
sufrí a mares, como si estuviera cometiendo actos de canibalismo:
Pude bañarme en los días de crudo invierno, lo confieso,
llevando al fuego páginas de Rojo y negro, una de las novelas
capitales de Stendhal, La Divina Comedia, de Dante, Ana Karenina,
de León Tolstoi y muchas otras obras. Los que menos lamenté,
es la verdad, eran los discursos comunistas y algunas pésimas
novelas y cuentos de escritores contemporáneos cubanos.
Me dicen, y esto es importante, que esa forma de
bañarse entre las mujeres de Manto Negro continúa.
Allí no han repartido tirabuzones para calentar un cubo de
agua y mucho menos han instalado calentadores eléctricos.
Sinceramente, bañarse en una celda fría
con un cubo de agua helada no es nada fácil. Imagínenlo
por un momento y verán que hacen una hoguera, sin pena alguna,
con todos los largos discursos del Comandante en Jefe, más
sus últimas reflexiones.
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