28 de noviembre de 2007
 
 
Opinión            
28 de noviembre de 2007

La periodista y Margarita

Miguel Saludes.

"Puedo hacerle varias objeciones"—decidió Berlioz—. El hombre es mortal, eso nadie lo discute. Pero es que..." No tuvo tiempo de articular palabra, porque el extranjero empezó a hablar. El Maestro y Margarita. Mijail Bulgakov.


MIAMI, noviembre (www.cubanet.org) -La escena transcurre en la Feria del Libro de Caracas. El ambiente se encuentra sumamente caldeado. Una discusión poco común atrae la atención de una periodista cubana. Alguien diserta sobre el tema de la propiedad intelectual y como será contemplada esta en la nueva Constitución. En los alrededores un grupo, vestido con camisetas rojas, manifiesta su apoyo a la propuesta de reforma presentada por Hugo Chávez repartiendo a los presentes el texto de la misma. Cerca de ellos una solitaria muchacha distribuye volantes clamando por el NO para los cambios constitucionales promovidos por el gobierno chavista. Según la crónica, aparecida en el diario Juventud Rebelde bajo la firma de Rosa Miriam Elizalde, la joven se nombra Margarita y cursa estudios en la Universidad Central de Venezuela.


La reportera no comprende que la estudiante de segundo año de Sociología, se convierta en una repetidora de la propaganda oposicionista. Por eso la alecciona con aires de superioridad a la vez que trata de explicar las razones para tan anómala conducta. Seguro que esta actitud se debe a que Margarita no ha leído el contenido de la beneficiosa propuesta del presidente. No puede haber otra razón que justifique la insensatez de su postura. Rosa Miriam lamenta la ignorancia de Margarita. Tampoco se entiende ese afán por repartir octavillas en plena calle, participar en manifestaciones y hasta jugarse la vida por una mentira. Es interesante este último señalamiento hecho por la comunicadora, al indicar que la muchacha se juega la existencia en esta misión.


La narración anterior puede ser exacta o simplemente un producto donde la mezcla de realidad y fantasía sirven a la autora para viabilizar el mensaje que quiere dar sobre lo que acontece en la nación sudamericana. La dramatización de este encuentro, no importa el grado de ficción, tiene por objetivo brindar a los lectores cubanos la visión oficial de la creciente polarización que sufre la sociedad venezolana. De esta manera la solitaria Margarita, que aboga por conservar la libertad en su país, aparece en el papel de víctima de la confusión, rehén de la maniobra manipuladora de los medios. En opinión de la reportera cubana, son estos los responsables de las manifestaciones ocurridas en la capital de Venezuela, actos que según la escritora, dejaron un saldo de policías heridos en el encontronazo con los estudiantes. A estos últimos les confiere rango de victimarios, mientras los uniformados son ascendidos al sitial de los mártires.


La periodista alega que el argumento enarbolado por la universitaria para clamar contra las reformas socialistas no es sólido ya que se sostiene en calumnias y chismes elaborados por la oposición. Todo lo anunciado por estos agoreros apocalípticos es falso. Como eso de que todo pasará al control gubernamental, incluso la creación libre. Margarita, concluye Rosa Miriam, está más perdida de lo que estaba ella en aquel evento foráneo.


Lo que ocurre en Venezuela es demasiado evidente para los cubanos, que lo han vivido durante décadas, aunque con marcadas diferencias. No obstante se quiere seguir poniendo el velo sobre la realidad. Esa es la finalidad del escrito aparecido en Juventud Rebelde. Pintar el paisaje venezolano con matices más convenientes a la propaganda de la Isla. Frente a la multitud vestida de rojo se alza un número nada despreciable de personas como Margarita. Por eso a estas hay que disminuirlas y desacreditarlas. Por otra parte el creciente fraccionamiento político no es fruto de calumnias e inventos. La amenaza es real. El egocentrismo y la ambición de poder del presidente Chávez no es una metáfora.


La caracterización de ilusa no le corresponde de ninguna manera a la estudiante venezolana de sociología. Su esfuerzo ante la asonada que se avecina es titánico y encomiable. De fracasar no habrán más Margaritas estudiando ciencias sociológicas o periodismo en su país. Solo los de vestimenta roja y los que escriban a favor del gobernante eterno, tendrán esa posibilidad, como ha ocurrido en Cuba.


No obstante la crónica sobre la muchacha que reparte volantes en Caracas tiene algo positivo. Nos muestra que aún en la sociedad venezolana se discute, se protesta y se manifiesta el desacuerdo. De mantenerse el rumbo de las reformas que propulsan el poder indefinido para Hugo Chávez, tal vez en pocos años las cosas cambien. Si en definitiva consigue consolidarse la puesta en marcha del proyecto de socialismo estilo siglo XXI, veremos una reedición del caso cubano. El caos esta vez será de mayores proporciones.

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