La periodista y Margarita
Miguel Saludes.
"Puedo hacerle varias objeciones"—decidió
Berlioz—. El hombre es mortal, eso nadie lo discute. Pero
es que..." No tuvo tiempo de articular palabra, porque el extranjero
empezó a hablar. El Maestro y Margarita. Mijail Bulgakov.
MIAMI, noviembre (www.cubanet.org) -La escena transcurre en la Feria
del Libro de Caracas. El ambiente se encuentra sumamente caldeado.
Una discusión poco común atrae la atención
de una periodista cubana. Alguien diserta sobre el tema de la propiedad
intelectual y como será contemplada esta en la nueva Constitución.
En los alrededores un grupo, vestido con camisetas rojas, manifiesta
su apoyo a la propuesta de reforma presentada por Hugo Chávez
repartiendo a los presentes el texto de la misma. Cerca de ellos
una solitaria muchacha distribuye volantes clamando por el NO para
los cambios constitucionales promovidos por el gobierno chavista.
Según la crónica, aparecida en el diario Juventud
Rebelde bajo la firma de Rosa Miriam Elizalde, la joven se nombra
Margarita y cursa estudios en la Universidad Central de Venezuela.
La reportera no comprende que la estudiante de segundo año
de Sociología, se convierta en una repetidora de la propaganda
oposicionista. Por eso la alecciona con aires de superioridad a
la vez que trata de explicar las razones para tan anómala
conducta. Seguro que esta actitud se debe a que Margarita no ha
leído el contenido de la beneficiosa propuesta del presidente.
No puede haber otra razón que justifique la insensatez de
su postura. Rosa Miriam lamenta la ignorancia de Margarita. Tampoco
se entiende ese afán por repartir octavillas en plena calle,
participar en manifestaciones y hasta jugarse la vida por una mentira.
Es interesante este último señalamiento hecho por
la comunicadora, al indicar que la muchacha se juega la existencia
en esta misión.
La narración anterior puede ser exacta o simplemente un producto
donde la mezcla de realidad y fantasía sirven a la autora
para viabilizar el mensaje que quiere dar sobre lo que acontece
en la nación sudamericana. La dramatización de este
encuentro, no importa el grado de ficción, tiene por objetivo
brindar a los lectores cubanos la visión oficial de la creciente
polarización que sufre la sociedad venezolana. De esta manera
la solitaria Margarita, que aboga por conservar la libertad en su
país, aparece en el papel de víctima de la confusión,
rehén de la maniobra manipuladora de los medios. En opinión
de la reportera cubana, son estos los responsables de las manifestaciones
ocurridas en la capital de Venezuela, actos que según la
escritora, dejaron un saldo de policías heridos en el encontronazo
con los estudiantes. A estos últimos les confiere rango de
victimarios, mientras los uniformados son ascendidos al sitial de
los mártires.
La periodista alega que el argumento enarbolado por la universitaria
para clamar contra las reformas socialistas no es sólido
ya que se sostiene en calumnias y chismes elaborados por la oposición.
Todo lo anunciado por estos agoreros apocalípticos es falso.
Como eso de que todo pasará al control gubernamental, incluso
la creación libre. Margarita, concluye Rosa Miriam, está
más perdida de lo que estaba ella en aquel evento foráneo.
Lo que ocurre en Venezuela es demasiado evidente para los cubanos,
que lo han vivido durante décadas, aunque con marcadas diferencias.
No obstante se quiere seguir poniendo el velo sobre la realidad.
Esa es la finalidad del escrito aparecido en Juventud Rebelde. Pintar
el paisaje venezolano con matices más convenientes a la propaganda
de la Isla. Frente a la multitud vestida de rojo se alza un número
nada despreciable de personas como Margarita. Por eso a estas hay
que disminuirlas y desacreditarlas. Por otra parte el creciente
fraccionamiento político no es fruto de calumnias e inventos.
La amenaza es real. El egocentrismo y la ambición de poder
del presidente Chávez no es una metáfora.
La caracterización de ilusa no le corresponde de ninguna
manera a la estudiante venezolana de sociología. Su esfuerzo
ante la asonada que se avecina es titánico y encomiable.
De fracasar no habrán más Margaritas estudiando ciencias
sociológicas o periodismo en su país. Solo los de
vestimenta roja y los que escriban a favor del gobernante eterno,
tendrán esa posibilidad, como ha ocurrido en Cuba.
No obstante la crónica sobre la muchacha que reparte volantes
en Caracas tiene algo positivo. Nos muestra que aún en la
sociedad venezolana se discute, se protesta y se manifiesta el desacuerdo.
De mantenerse el rumbo de las reformas que propulsan el poder indefinido
para Hugo Chávez, tal vez en pocos años las cosas
cambien. Si en definitiva consigue consolidarse la puesta en marcha
del proyecto de socialismo estilo siglo XXI, veremos una reedición
del caso cubano. El caos esta vez será de mayores proporciones.
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