27 de noviembre de 2007
 
 
Crónica            
27 de noviembre de 2007

Nefasto y la Operación Muerto Oscuro

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press


LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org)- Cuando llega el invierno los negros cubanos estamos en peligro de extinción. Y no porque nos mimeticemos o convirtamos en murciélagos, galápagos, chupacabras o negros lobos que asediamos a los turistas extranjeros por los alrededores de la Catedral, si no porque se nos pone ceniza la piel y el acto de desteñirse es lesivo a los intereses de la revolución.

Ante la falta o venta en moneda dura de cremas y otros afeites que impidan mantenerse más negro que la noche, las autoridades del país emprenden cada noviembre la Operación Muerto Oscuro, con el objetivo de que nadie de nuestra raza despigmente su piel a causa de un invierno con temperaturas racistas, pues conoce muy bien que un negro cenizo por el frío sólo recobra su color en una estación policial.

Basta con que llegue noviembre y un meteorólogo anuncie: “negros nubarrones rondan por el camino”, para que la policía, la brigada especial, los guarapitos y los chivatos de estación enfilen sus detectores contra las penumbras, sombras y otras oscuridades que dicen nos circundan, como un halo del infierno, a la gente de color.

Poco importa la categoría negroidal, el aire y los perfumes de asaltante o gente de bien si usted tiene oscura o con pespuntes negros la piel. Tiene que mostrar su carné de identidad.

Además, debe responder a la pareja de policías que corresponde a cada esquina, el cuestionario “Métodos humanitarios para detectar a un negro jodedor”, que incluye, entre otras, las siguientes preguntas:

-¿Por qué anda en la calle si hace frío?
-¿Qué pretende sentado en el portal?
-¿Por qué asoma la cabeza desde su barbacoa?
-¿Cuándo aprendió a correr como un burgués?
-¿Qué porta y hacia dónde va con esa jaba?
-¿Cómo es que usted no se ha puesto cenizo?
-¿Hacia dónde miraba cuando se robaron el somatón del hospital?
-¿Es negro por conciencia, elección o casualidad?
-¿Le gustan las blancas(os) o las extranjeras(os)?
-¿Tiene en su árbol genealógico algún esclavo cimarrón?
- ¿Disfruta su color?

Pero lo más lindo no es la evidente preocupación policial por las intenciones del negro, si no la bondad, los amagos de tonfasos, la agilidad y ternura con que se les pone las esposas para que no se lastimen al uncirlos a otros como una yunta de buey, mientras son conducidos a repasar dentro de un calabozo las preguntas no respondidas.

Cuanto diera yo porque esos que acusan a los policías cubanos de racistas pasearan un día cualquiera (pero aún más en noviembre) por Centro Habana, El Cerro, o Habana Vieja y vieran con qué frecuencia somos interceptados a cada paso, impelidos a hablar de nuestras virtudes y defectos, sueños y pesadillas, estado civil, vivienda, salario, todo en un tono oficial, casi paterno, como si cada negro fuera un HP.

Sufro porque Luther King y Gelasio el barbero no vieron como un negro, un médico negro, un psicólogo negro, un artista negro, un escritor, bibliotecario, vendedor de mangos por cuenta propia, o un negro criminal son tratados con el mismo nivel de igualdad, y promovidos en autos de la policía y caminatas triunfales de forma superior a como se trata a un blanco o a otro integrante de las razas sin color.

Qué felicidad si Rosa Park hubiera tenido la suerte de nacer en Cuba revolucionaria, y le entrara el deseo de hospedarse en el Habana Libre u otro hotel para que observara cómo los negros, en un acto de suma igualdad, son esposados junto a blancos y conducidos a las barracas de un cuartel en un acto de fe descrito en la canción compuesta por Yínyere, el “jabao capirro”, cuando en una recogida masiva lo separaron tanto de unos como de otros, y dice así:

Qué importa la raza / qué importa el color / si somos hermanos / qué viva el dolor.
Por esa preocupante realidad es que yo me gozo ante la dedicación policial para con los negros.

No hay ni habrá en Cuba un negro (sea o no sea jodedor) que no reciba los beneficios de la duda por ladrón, proxeneta, vago y peligroso que reservan los policías y otros bichos a la raza de los elegidos.

Ni el muerto más prieto de la ciudad, tendido en su ataúd y rodeado de dolientes y rientes, dejará de sentir la atención, el respeto y la solicitud del carné de identidad de los policías involucrados en la Operación Muerto Oscuro que, junto con las ganas de repartir trompadas o desaparecer, nos llega cada noviembre.

Eso se los aseguro yo, Nefasto “El cenizo”.


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