Una
comuna rebelde
Miguel Iturria Savón
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Cuando
digo Cambute no hablo de un conjunto de locos, un grupo de negros
ni del plátano burro o fongo, sino de una comuna de personas
situada entre árboles y autopistas, a casi tres kilómetros
del puente que separa al Cotorro con San Francisco de Paula, barrio
del municipio San Miguel del Padrón, al cual ha sido anexada
por el gobierno de Ciudad Habana.
Las autoridades capitalinas denominan a Cambute “comunidad
transitoria”. Sus pobladores le dicen “villa miseria”,
“camino al infierno” y “pueblo rebelde”.
Residen allí casi 1600 personas hacinadas en más de
300 cabañas prefabricadas, con pisos de losas y techos de
fibrocemento. Cada una dispone de recibidor, cocina, baño
y un dormitorio.
El aislamiento que sumerge a Cambute se agrava con la ausencia de
infraestructura humana y las dificultades del transporte. Sólo
poseen una bodega, cafetería y una farmacia mal abastecidas.
De los tres consultorios médicos funciona uno a medio kilómetro,
al igual que la escuela primaria. La secundaria básica, el
círculo infantil y la sala de video aún no han sido
edificadas.
Al trampolín de las promesas se suma la falta de agua, los
pozos contaminados, las fosas desbordadas y la carencia de luminarias
en las pequeñas calles del poblado. Como las pipas demoran
28 días los moradores habilitan tanques y negocian el suministro
de agua con los camioneros a un costo de 200 pesos.
En Cambute, el sentimiento de desarraigo y las malas condiciones
habitacionales han generado la solidaridad grupal. Enfrentar los
basurales, las plagas de vectores, los focos de dengue y los casos
de hepatitis, lectopirosis, asma, sida y tuberculosis exigen gestiones
y enfoques comunitarios.
Los contactos de los representantes no formales de la comarca con
las autoridades de San Miguel del Padrón han desatado contradicciones
y amenazas por parte de los funcionarios, “aferrados a dar
órdenes y a desligarse de las soluciones”, según
Juan A. Bermúdez Toranzo, líder comunitario, a quien
califican de “agitador contrarrevolucionario”.
Las reclamaciones y los desencuentros son palpables. Los habitantes
de esta “villa miseria” enfrentan el reto. Tal vez por
eso crearon una filial de la Fundación Cubana de Derechos
Humanos (FCDH), tres bibliotecas independientes, una delegación
de la Federación latinoamericana de mujeres rurales (FLAMUR),
la farmacia “La bayamesa” y otras entidades cívicas
de carácter pacífico, que neutralizan los actos de
los oficialistas Comités de Defensa de la Revolución
y la Federación de Mujeres Cubanas.
En la reunión para elegir al candidato a delegado del Poder
Popular, los vecinos escogieron al opositor Omar Barban del Pino,
quien obtuvo mayoría. Para anular la propuesta, las autoridades
comunistas vetaron la decisión y trajeron ómnibus
cargados de simpatizantes. Ante la farsa, los líderes contestatarios
organizaron una votación paralela en casa de Juan A. Bermúdez,
bibliotecario independiente y presidente de la FCDH.
Este Colegio electoral, encabezado por José L. Rodríguez
Chávez, Neris Castillo Moreno y Omar Barban del Pino, constituye
un pequeño plebiscito, pues se vota por el cambio o por el
comunismo. El mismo sesionó entre el 21 y el 28 de octubre
del 2007, en franco desafío a los rituales del totalitarismo.
Al recorrer la comarca de Cambute me percato del fervor patriótico
de tantos hombres y mujeres pobres. En las puertas de 15 cabañas
pude ver carteles muy expresivos: “Cambio”, “Yo
no coopero con la dictadura” y otros que identifican los problemas
locales con los anhelos del país.
Entre árboles y autopistas hay una comuna de rebeldes que
han perdido el miedo. Sus acciones nos llenan de esperanzas pues
sacuden las compuertas de la libertad. Ellos merecen nuestra ayuda,
respeto y admiración.
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