Nefasto
y el ET de los Rejondones
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Las bondades
de la revolución son infinitas. Nacer en Ciudad de La Habana
es un privilegio sólo vedado a los dioses, los provincianos
y los totíes.
¡Hasta los extranjeros pueden sentirse dueños
de cuanto bache, derrumbe, hospital u hotel de lujo necesite en
la capital de todos los cubanos capitalinos!
Si el ET de Spielberg en vez de aterrizar en los
Estados Unidos lo hubiera hecho en Cuba, de seguro su inscripción
como huésped ilustre en el Registro de Direcciones de la
capital no habría tenido contratiempo, pues el Instituto
Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), y el comité de
arrastrados, guatacas, obscenos, nulos y estúpidos, serían
los encargados de babosearse en su atención.
Y no es por discriminación con los nacionales
de otras naciones dentro del país, sino por patriotismo y
pachanga geográfica.
Eso de que a una madre cubana proveniente de la loma
de los Rejondones, en la provincia Holguín, le vengan los
antojos de parir en la capital, me suena a componenda, a querer
colapsar los solares, las barbacoas, los camellos y las inexistentes
tuberías del agua contaminada que disfrutan y consumen los
habaneros.
Es decir, a cometer un acto violatorio del Decreto
Ley 217 que prohíbe a los cubanos de regiones fuera de la
capital asentarse o permanecer en la misma si no es muerto y se
haya listo su cadáver para ser trasladado al municipio donde
aparece registrada su dirección.
Nadie que no sea mexicano, hondureño, guatemalteco
o de Senegal tiene el derecho a vivir en otro territorio que no
sea el nativo.
A joder en su casa, como dijera el sabio Trotamundos
del Zarzal en su libro sobre demografía y marginalidad social,
Prohibido trasladarse ni de cuarto en su casa, por eso del control
de cada ciudadano, el conteo de los granos de arroz y las onzas
de frijoles que les corresponde.
Por eso considero un abuso que una mujer conocedora
de las bondades de la revolución, de su ansia por el bienestar
de un niño, nos venga con eso de que desde junio su bebé,
nacido en la capital, anda encuero, se alimenta con agua de azúcar
comprada en bolsa negra, y se haya a punto de ser extraditado hacia
el lugar de origen de sus progenitores.
No importa que su padre se encuentre trabajando en
una micro social de Habana Vieja, ni que su madre carezca de recursos
para regresar, pues la disciplina y la justicia imponen y el niño
ET de los Rejondones (nombre provisional hasta que lo inscriban
en Holguín), llore a grito pelado por un biberón,
una palangana-cuna, un mosquitero azul, cuatro pañales y
10 compotas que le corresponden por la canastilla y la libreta de
racionamiento a cada bebé cubano nacido en la revolución.
Los órganos competentes de la localidad están
claros de que el menos, de acuerdo con las leyes, debe ser inscripto
en Holguín, y no tomar leche evaporada, ni bañarse
con jabón Bebito hasta no legalizar su situación,
y aún más cuando desde su nacimiento el 3 de junio
tuvo tiempo suficiente para regresar.
Un país donde los niños nacen para
ser felices no puede admitir que cualquier mujer cubana venga a
parir aquí, a la capital, a menos que se haga súbdita
extranjera y desee que le hagamos el favor de reconocerla a ella
y a su criatura como ciudadana de nuestro país.
ET de los Rejondones no quedará desamparado.
Eso sí, sin nombre, compotas, leche y dirección hasta
que no llegue a Holguín.
A ET de los Rejondones no se le puede autorizar la
inscripción en la capital aunque fuera con un carné
de tránsito para ilegales, pues de lo contrario, cuanta holandesa,
española, francesa, norteamericana o francesa salgan en estado
vendrían a dar a luz a la ciudad apagón.
ET de los Rejondones no probará una compota,
un pomo de leche ni se pondrá un pañal hasta ser investido
de un nombre oficioso que haga firme su derecho a ser un ciudadano
de Cuba, aunque nunca de la capital.
Eso se los aseguro yo, Nefasto “El Registrado”.
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