Cementerios
cubanos
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Mientras
la empresa estadounidense Space Services Inc. (SSI) se especializa
en funerales espaciales, enviando las cenizas de difuntos al espacio
sideral por petición de los familiares, el Cementerio de
Colón, considerado uno de los más notables de América
por sus numerosos monumentos de gran valor artístico, es
un cementerio muerto: sus panteones estilos neoclásico, ecléctico,
art decó y neorromántico, son ruinas, y de las tumbas,
abiertas y rotas, parece como si sus muertos se hubieran escapado
también hacia un misterioso exilio. Hasta 1957 se habían
efectuado en esta necrópolis 700 mil enterramientos.
El 4 de agosto de 1961el gobierno revolucionario
dispuso la intervención de todos los cementerios del país,
despojando de su tutela al Arzobispado de La Habana, que los administró
desde su creación. Se declaró gratuita la utilización
de las parcelas de tierra a familias que no poseían panteones
y todo se fue deteriorando por la falta de mantenimiento, principalmente
las obras originales de artistas famosos como los escultores Juan
José Sucre y Ramos Blanco; Boada, Cabarrocas y muchos otros.
No sólo el Cementerio de Colón permanece
en pésimas condiciones. En marzo pasado la propia prensa
oficialista reportó que un ciudadano llamado Oscar Naranjo,
cuando se presentó en el camposanto de Camagüey a exhumar
los restos de su padre, encontró la bóveda inundada
en agua. Dio las quejas al administrador y este le prometió
resolver el problema. Al año, al ver que no recibía
noticias sobre la tumba de su progenitor, volvió al cementerio
y la encontró en peores condiciones.
Otro caso reflejado en la prensa de Santa Clara da
muestras del abandono en que se encuentra el cementerio de esa ciudad.
Ricardo Pérez Santana se quejó que hay huesos regados
por todas las áreas de la necrópolis, completamente
a oscuras de noche, pues carece de alumbrado público que
ayude a proteger las tumbas.
Otro caso, también reflejado en la prensa
nacional pone los pelos de punta a cualquiera. Se trata de la denuncia
de la señora Tailyn Castillo Medinilla, residente en el municipio
Mariel. Ella explicó cómo los restos de su padre,
dos años después de ser exhumados, andan vagando por
el almacén de la necrópolis, donde se guardan los
instrumentos de trabajo, y que los huesos se mezclan unos con otros,
debido al deterioro y las filtraciones del local.
Las quejas que aparecen en la prensa nacional son
muchas. El estado, dueño de los cementerios, nada puede hacer
para evitar que las viviendas de los muertos y los restos de los
cadáveres, no escapen al abandono que sufren las viviendas
de los vivos en el país. Imagino que si hablaran podrían
convertirse también en opositores del régimen castrista.
Serían tildados de mercenarios al servicio del Imperialismo,
aunque no recibieran dádiva alguna, ni siquiera de aquellos
familiares que se vieron forzados a huir del comunismo y abandonar
la morada de sus seres queridos fallecidos.
No puedo pasar por alto la denuncia publicada en
el periódico Juventud Rebelde el pasado 23 de mayo. Era el
Día de las Madres, y en la calle 12 entre Zapata y 23, a
menos de cien metros de la puerta principal del Cementerio de Colón,
varios grupos musicales tocaban a todo volumen música bailable,
mientras los que asistían a la necrópolis, flores
en mano, para visitar a sus seres queridos, se extrañaban
de tanto alboroto. Por suerte, la periodista Margarita Barrio, quien
pasó casualmente por el lugar, publicó el trabajo
mencionado, sorprendida de haber escuchado una orquesta en la puerta
del cementerio habanero, ese valioso patrimonio arquitectónico
de la nación, víctima del abandono y el vandalismo.
Cabe preguntarse si realmente alberga a dos millones
trescientos mil fallecidos, cifra ofrecida por la dirección
de este Monumento Nacional, cuando pueden verse tantas tumbas saqueadas
para la confección de amuletos, en medio del fuego fatuo
y la ausencia de vigilancia.
Imprimir
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores,
y autoriza la reproducción de este material, siempre que
se le reconozca como fuente. |