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Otra vez Angola
Cuba-Encuentro.com
El presunto regreso de los cubanos al país
de José Eduardo Dos Santos: ¿cerebros, braceros o carne
de cañón?
En la Isla continuamos viviendo como la gaseosa: comprimidos, taponados,
pero siempre listos para desbordarnos ante la menor agitación.
Claro que tales desbordamientos no suelen sobrepasar nunca los límites
de nuestras lenguas.
Es justamente lo que está ocurriendo, una vez más,
a propósito de la convocatoria que nos trajo en reciente visita
el presidente de Angola, José Eduardo Dos Santos, para que
nos embarquemos nuevamente rumbo a su país, con el fin de realizar
tareas dicen que de solidaria colaboración internacionalista.
Los medios de información no le han dado calor al asunto,
vaya usted a saber por qué. Tampoco es posible hallar detalles
esclarecedores en ninguna instancia gubernamental. De modo que vox
pópuli ha dispuesto a sus anchas de lo que más le gusta:
vía expedita para despacharse en versión libre.
Entonces tiene lugar la agitación: de la lengua, por la lengua
y para la lengua. Favorecida por el hecho cierto de que el tratamiento
oficial a esta convocatoria muestra algunas peculiaridades digamos
curiosas, que en verdad no están presentes en la forma en que
comúnmente se abordan aquí las misiones o los trabajos
internacionalistas de carácter civil hacia otras latitudes.
Por ejemplo, la gente que aspira a irse a trabajar en Angola debe
tramitar su interés no mediante los respectivos centros de
trabajo, como es habitual, sino a través del Comité
Militar del municipio donde reside. Asimismo, ha trascendido que entre
los aspirantes constituye un requisito ventajoso haber participado
en la guerra que tuvo lugar en aquel país de África
hace unos años.
Otro detalle que fermenta la imaginación y allana el cauce
a la sinhueso con respecto al tema, es que la solicitud de Dos Santos
no está centrada en la necesidad de alguna profesión
u oficio en específico, como también suele suceder en
estos casos. Se aceptan candidatos con las más diversas especializaciones
laborales, sean profesionales, técnicos u obreros. Todo vale.
Esta particularidad introduce una nueva dinámica (digámoslo
así) en el sistema de alquiler de esclavos internacionales
que ha estado desarrollando el régimen de Cuba durante los
últimos años. De ser como se dice, ya no se trataría
únicamente de la renta de cerebros como rubro exportable, sino
de una ampliación extrema y sin posibles justificaciones formales
de la práctica esclavista.
Especulación de amplio espectro
Lo malo (o sea, lo bueno para Radio Bemba) es que nada ha sido explicado
con claridad. De modo que cada cual piensa y comenta entre telones
lo que le sale de adentro. Al punto que la especulación es
como debía ser: de un amplio espectro.
Está el que dice que la nueva incursión de cubanos
en tierras angoleñas no busca cubrir necesidades reales de
esa nación en materia laboral, sino pagar en cierta medida
(al régimen, claro, y sólo con alguna limosna para nuestra
gente de a pie) la ayuda recibida por parte de los ejércitos
de la Isla durante la guerra, una ayuda que como bien se conoce resultó
decisiva, entre otras cosas, para el afianzamiento en el poder del
presidente Dos Santos.
Sin embargo, ni esa ni otras bolas por el estilo, siempre en versión
libre de vox pópuli, han sido acogidas en La Habana con tanta
agitación (de las lenguas) como una, según la cual el
verdadero y secreto motivo de la convocatoria para llevar cubanos
a tierras angoleñas es no sé qué inminente peligro
de ataque armado al gobierno por parte de no sé qué
enemigos de Dos Santos. En tal caso, afirman los boleros, el presidente
dispondría de un ejército pretoriano con probada eficacia
y, además, contratado a precios más bien módicos.
El toque pintoresco lo aportaron varios veteranos habaneros de la
guerra en Angola (desempleados oficialmente, en mayoría, e
idólatras consuetudinarios del ron barato), emplantillados
ya para incorporarse al contingente de internacionalistas que, se
supone, volverá a pisar en breve tierras africanas.
Ante la pregunta de ENCUENTRO EN LA RED sobre si conocen lo que se
comenta en torno a la posibilidad de que tengan que volver a participar
allá en una nueva confrontación armada, todos respondieron
que lo han oído decir por ahí, pero que no les importa
demasiado, pues, a fin de cuenta, cualquier cosa es preferible a la
vida que viven aquí. Eso sin contar, dijeron, que han prometido
pagarles 800 dólares al mes, lo cual les permitirá ver
en sus manos, por vez primera desde que nacieron, tanto dinero junto
y de un tirón.