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Tiempo de elegir
Fernando García - La Vanguardia.es
¿Se acerca la hora de la verdad para Cuba?
En la isla hay opiniones para todos los gustos. Dicen los observadores
extranjeros más veteranos que el escepticismo interno está
creciendo a gran velocidad.
Hace unos días una cubana informada y culta me dio una elocuente
muestra de descreimiento. Hablábamos de los debates públicos
organizados en torno al famoso discurso de Raúl del 26 de julio,
el de los necesarios "cambios estructurales y de conceptos".
A juicio de esta cubana, la única finalidad de las discusiones
públicas que se celebran en centros de trabajo, barrios y células
del partido es "agitar la mayonesa para que no se corte".
Se trataría de entretener al personal y de darle una vía
de escape que contenga el malestar por las difíciles condiciones
de vida; por el deterioro que se aprecia en la sanidad, por la insuficiente
mejora en el transporte o por las persistentes deficiencias en la
vivienda, para señalar tres asuntos clave. El resultado de
los debates sería, según esta opinión de muestra,
"el mismo que el de las otras discusiones públicas de
hace unos años: nulo".
El escepticismo de muchos convive en Cuba con la esperanza de no
pocos, y en todo caso con la expectación de todos. Pero al
margen de los diversos estados de ánimo respecto a la actitud
y posibles intenciones de los gobernantes de la isla, lo cierto es
que el país tiene ante si un calendario que casi asegura algunos
cambios; que hace casi imposible la inmovilidad y obliga a la toma
de decisiones. Me refiero al caliente almanaque electoral del año
próximo. Como en una de esas conjunciones astrales que ocurren
cada muchos siglos, se da la circunstancia de que 2008 es año
de elecciones mayores no sólo en la propia Cuba –con
todas sus peculiaridades-, sino también en Estados Unidos y
en España; es decir, en casa del super-influyente vecino y
enemigo, así como en el país europeo cuyo gobierno viene
determinando la orientación política y estratégica
de la UE hacia la isla.
Los comicios generales en Cuba, en los cuales se decidirá
la formación del Parlamento (la Asamblea Nacional del Pueblo)
en febrero o marzo, son más importantes de lo habitual en la
medida en que determinarán el ritmo y el formato de la sucesión
de Fidel. Es la primera vez que las elecciones se celebran bajo la
duda de si el comandante en jefe se presentará como candidato
y, en función de ello, si será renovado como presidente
del Consejo de Estado y jefe del Estado y el Gobierno. Desde hace
meses circulan rumores sobre un posible relevo en el cual el ahora
vicepresidente Carlos Lage y Raúl Castro ocuparían relevantes
cargos ejecutivos sin que Fidel quedara completamente al margen. Pero
los rumores, rumores son. Lo esencial es que La Habana tiene que definir
un nuevo escenario para los próximos cinco años de legislatura,
sin que la enfermedad que mantiene al líder alejado del timón
desde hace 16 meses pueda obviarse ni olvidarse.
Las presidenciales en Estados Unidos pueden traer cambios en la política
de Washington hacia la isla, sobre todo si ganan los demócratas.
Aunque las perspectivas no son para tirar cohetes en lo relativo al
fin o la suavización del bloqueo, alguna pequeña corrección
en las draconianas restricciones norteamericanas sobre viajes y transacciones
es de esperar. El discurso que sobre Cuba pronunció George
Bush el 24 de octubre confirmó, por si alguien tenía
dudas todavía, que no será él quien rectifique
en lo más mínimo ni una sola de las piezas del arsenal
legislativo de que consta el embargo.
Las elecciones en España marcarán la política
de Madrid y de Bruselas hacia la isla, política que en uno
y otro caso tomó el rumbo de la distensión a partir
de la visita que Miguel Ángel Moratinos protagonizó
en abril pasado. Un giro radical o un abandono de la línea
de diálogo es tan poco probable como una victoria del PP por
mayoría absoluta.
Quién sabe si será ya la hora de la verdad para Cuba.
De todos modos, decir eso es mucho decir y al mismo tiempo es no decir
nada (de momentos históricos está la actualidad tan
saturada como el fútbol llegó a estarlo de "partidos
del siglo", hasta que el latiguillo derivó en cachondeo
general). De lo que sí parece que ya es tiempo en el país
caribeño es de tomar decisiones. El calendario electoral obliga;
la larga convalecencia del líder exige redefinir la estructura
de mando, y la economía del país requiere medidas fuertes.
En todo esto parece haber un consenso amplio en la isla.
En cuanto a las elecciones en países que pueden influir o
tratar de influir en el devenir cubano, habrá que ver hasta
qué punto sus resultados son relevantes para la gran Antilla.
Y tampoco está claro hasta qué punto los electos respetarán
el principio ahora generalmente aceptado de que son los propios cubanos
los que deben decidir su futuro.
La diferencia entre lo decisivo, lo que condiciona y lo que influye
no siempre es nítida. Hay influencias o condicionantes externos
que pueden ser determinantes. Cuando hoy se mira hacia Cuba conviene
no perder de vista algunos flancos. El de Estados Unidos es omnipresente.
Y hoy día también hay que observar de reojo a la Venezuela
de Hugo Chávez, un amigo difícil.
Así es Cuba. Tan independiente. Tan influenciable.