9 de noviembre de 2007
 
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Tiempo de elegir

Fernando García - La Vanguardia.es

¿Se acerca la hora de la verdad para Cuba? En la isla hay opiniones para todos los gustos. Dicen los observadores extranjeros más veteranos que el escepticismo interno está creciendo a gran velocidad.
Hace unos días una cubana informada y culta me dio una elocuente muestra de descreimiento. Hablábamos de los debates públicos organizados en torno al famoso discurso de Raúl del 26 de julio, el de los necesarios "cambios estructurales y de conceptos". A juicio de esta cubana, la única finalidad de las discusiones públicas que se celebran en centros de trabajo, barrios y células del partido es "agitar la mayonesa para que no se corte".

Se trataría de entretener al personal y de darle una vía de escape que contenga el malestar por las difíciles condiciones de vida; por el deterioro que se aprecia en la sanidad, por la insuficiente mejora en el transporte o por las persistentes deficiencias en la vivienda, para señalar tres asuntos clave. El resultado de los debates sería, según esta opinión de muestra, "el mismo que el de las otras discusiones públicas de hace unos años: nulo".

El escepticismo de muchos convive en Cuba con la esperanza de no pocos, y en todo caso con la expectación de todos. Pero al margen de los diversos estados de ánimo respecto a la actitud y posibles intenciones de los gobernantes de la isla, lo cierto es que el país tiene ante si un calendario que casi asegura algunos cambios; que hace casi imposible la inmovilidad y obliga a la toma de decisiones. Me refiero al caliente almanaque electoral del año próximo. Como en una de esas conjunciones astrales que ocurren cada muchos siglos, se da la circunstancia de que 2008 es año de elecciones mayores no sólo en la propia Cuba –con todas sus peculiaridades-, sino también en Estados Unidos y en España; es decir, en casa del super-influyente vecino y enemigo, así como en el país europeo cuyo gobierno viene determinando la orientación política y estratégica de la UE hacia la isla.

Los comicios generales en Cuba, en los cuales se decidirá la formación del Parlamento (la Asamblea Nacional del Pueblo) en febrero o marzo, son más importantes de lo habitual en la medida en que determinarán el ritmo y el formato de la sucesión de Fidel. Es la primera vez que las elecciones se celebran bajo la duda de si el comandante en jefe se presentará como candidato y, en función de ello, si será renovado como presidente del Consejo de Estado y jefe del Estado y el Gobierno. Desde hace meses circulan rumores sobre un posible relevo en el cual el ahora vicepresidente Carlos Lage y Raúl Castro ocuparían relevantes cargos ejecutivos sin que Fidel quedara completamente al margen. Pero los rumores, rumores son. Lo esencial es que La Habana tiene que definir un nuevo escenario para los próximos cinco años de legislatura, sin que la enfermedad que mantiene al líder alejado del timón desde hace 16 meses pueda obviarse ni olvidarse.

Las presidenciales en Estados Unidos pueden traer cambios en la política de Washington hacia la isla, sobre todo si ganan los demócratas. Aunque las perspectivas no son para tirar cohetes en lo relativo al fin o la suavización del bloqueo, alguna pequeña corrección en las draconianas restricciones norteamericanas sobre viajes y transacciones es de esperar. El discurso que sobre Cuba pronunció George Bush el 24 de octubre confirmó, por si alguien tenía dudas todavía, que no será él quien rectifique en lo más mínimo ni una sola de las piezas del arsenal legislativo de que consta el embargo.

Las elecciones en España marcarán la política de Madrid y de Bruselas hacia la isla, política que en uno y otro caso tomó el rumbo de la distensión a partir de la visita que Miguel Ángel Moratinos protagonizó en abril pasado. Un giro radical o un abandono de la línea de diálogo es tan poco probable como una victoria del PP por mayoría absoluta.

Quién sabe si será ya la hora de la verdad para Cuba. De todos modos, decir eso es mucho decir y al mismo tiempo es no decir nada (de momentos históricos está la actualidad tan saturada como el fútbol llegó a estarlo de "partidos del siglo", hasta que el latiguillo derivó en cachondeo general). De lo que sí parece que ya es tiempo en el país caribeño es de tomar decisiones. El calendario electoral obliga; la larga convalecencia del líder exige redefinir la estructura de mando, y la economía del país requiere medidas fuertes. En todo esto parece haber un consenso amplio en la isla.

En cuanto a las elecciones en países que pueden influir o tratar de influir en el devenir cubano, habrá que ver hasta qué punto sus resultados son relevantes para la gran Antilla. Y tampoco está claro hasta qué punto los electos respetarán el principio ahora generalmente aceptado de que son los propios cubanos los que deben decidir su futuro.

La diferencia entre lo decisivo, lo que condiciona y lo que influye no siempre es nítida. Hay influencias o condicionantes externos que pueden ser determinantes. Cuando hoy se mira hacia Cuba conviene no perder de vista algunos flancos. El de Estados Unidos es omnipresente. Y hoy día también hay que observar de reojo a la Venezuela de Hugo Chávez, un amigo difícil.

Así es Cuba. Tan independiente. Tan influenciable.

 
 
 
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